La directora del Coliseo, Rossella Rea, firmó un convenio con la Universidad La Sapienza y el Instituto italiano de Geología Ambiental y Geoingeniería (IGAG) para que se ocupen de estudiar el fenómeno. En un plazo de un año deben determinar si la inclinación tiene un carácter crítico y a qué factores se debe.
El fundamento de hormigón, de unos 13 metros de espesor, puede esconder una fractura interior, piensa la funcionaria, aunque en la parte exterior del zócalo no se observe ninguna grieta. En todo caso la construcción ya no está alineada con el horizonte.
Las herramientas más adecuadas para detectar el grado del problema son el georradar y el taladrado del fundamento. Si se confirman los temores, Rea no descarta ningún tipo de intervención en la construcción. “Como fue elaborada una solución para la torre inclinada de Pisa; para el Coliseo también se evaluará de la mejor manera, pero todo razonamiento por ahora es prematuro”, le dijo al periódico italiano Corriere della Sera.
Ante todo, el coordinador de la investigación, el arquitecto Fabio Fumagalli, considera oportuno medir el impacto de las vibraciones del transporte urbano y la dinámica del monumento en el suelo. Para eso, varios velocímetros y acelerómetros fueron instalados en sus alrededores. El ‘estrés’ que sufre el anfiteatro Flavio podría tener su origen tanto en el tráfico por las calles colindantes, como en los trenes del metro y los helicópteros que sobrevuelan la zona histórica de Roma.
Los responsables desconocen si el proceso de la inclinación creciente tenía que ver con el desprendimiento de un trozo del muro antiguo que se produjo en diciembre de 2011.