“Una perversión, un desvío de las zonas genitales y exclusivas del coito”. Así definió el psicoanálisis al sexo anal hacia el 1900. Sin embargo, en su teoría también identificó que el ano es una fuente de intensa gratificación pulsional, es decir una zona erógena, como lo es la boca, los ojos, los genitales y de alguna manera casi toda la piel. “La zona anal es rica en sensaciones y comanda el desarrollo psíquico y sexual de los infantes entre los dos y los cuatro años y queda, desde el quinto año de vida sometida a la represión, es decir ,“controlada” por el asco, la moral y la vergüenza. El sexo anal es una de las variantes de la práctica cotidiana del coito, está presente en muchas de las parejas que veo en la consulta” explica Michelle Thomas, psicóloga especialista en sexualidad, directora Académica del Centro de Estudios de la Sexualidad Chile.
La cuarta zona del orgasmo
En los últimos años del siglo pasado – fundamentalmente desde la década de los 90- esta zona anal ha quedado liberada de esa connotación anómala porque las variantes que la represión ejercían para controlarla han ido cambiando (cultura, super yo, fallas represivas, etc). Esto ha tenido como efecto que cada vez más hombres y mujeres quieran acceder a esta zona de gratificación. De hecho hoy se describe como una cuarta zona de orgasmo (las otras tres son; clítoris, vagina y fondo vaginal o cérvix uterino). El porcentaje de mujeres que accede a esta zona con libertad, deseo propio y disfrute ha ido en aumento, pero aún así no bordea más alla del 10% de la población sexualmente activa.
“Para la mayor parte de los sexólogos hoy no es considerada una práctica perversa, sino parte de la sexualidad normal de las parejas, siempre y cuando haya variedad de zonas de contacto sexual (oral, vaginal, manual, etc) y no exclusividad anal. En este caso sería más proclive a calificarse de perversión. Es decir, si alguien sólo consiguiera satisfacción a través de esa práctica específica”, afirma la especialista.
En este caso ¿El tamaño del pene es importante?
El tamaño del pene va ser en general determinante para el disfrute con mayor tamaño, mayor dificultad y menos o más dolor.
Los peligros habituales son:
-Contaminación fecal vaginal e infección de la vagina
-Fisuras o lesiones del esfínter anal
-Riesgo de hepatitis, VIH u otras infecciones sexuales (condilomas por ej)
-Infecciones urinarias y prostatitis en el varón
Para una práctica de sexo anal segura:
-Jamás practicar coito anal sin el consentimiento del otro (a).
-Usar en general lubricantes para facilitar el coito.
-Usar preservativos para evitar contaminación del hombre.
-Nunca tener de inmediato coito vaginal sin antes un aseo prolijo del hombre y la mujer.
-Dilatar adecuadamente el esfínter anal en los inicios, utilizando la dilatación con un dedo.
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