La política moderna se ha convertido cada vez más en un intensa guerra mediática, ya las otroras maquinarias electorales, que tan útiles e indispensables fueron para las décadas del 60-70 e inclusive a principios de los 80 del siglo pasado, hoy lucen desdibujadas gracias a un voto más espontáneo, por el creciente número de electores y la incipiente “mediocracia” que se ha apoderado de la concepción que tirrios y troyanos poseen del quehacer político.
Cuando observamos a escala internacional las campañas electorales, cuando observamos las tácticas empleadas por los gobiernos en la proyección de su desempeño, al mirar con ojos acuciosos la actuación de los partidos de oposición, palpamos que el empleo de herramientas comunicacionales, y las estrategias de comunicación política, son cada vez más indispensables y vitales para alcanzar el objetivo.
Por ejemplo, cuando observamos los movimientos de la campaña de Henrique Capriles Radonski en su proliferación de mensajes, cuando sentimos en carne viva las posiciones asumidas por el gobierno de Chávez, podemos visualizar en “vivo y directo” la guerra mediática que se vive en el país. Para profundizar más en este tema temerariamente afirmamos que Venezuela desde hace mucho tiempo, así como toda sociedad democrática moderna, es un campo de batalla cibernético y mediático, donde se definen las guerras electorales en la actualidad.
Cuando, para seguir ejemplarizando, vemos el pugilato en cualquier municipio de la república entre dos tendencias declaradas en “guerra” evidenciamos los niveles de penetración de la concepción comunicacional de la vida pública; como escribo desde la zona Norte de Anzoátegui pondré en la mesa de esta redacción el caso más indiscutible para estos días aquí, es decir, disertaré rápidamente sobre la realidad de la ciudad de Lechería, donde el mandatario local impulsa una campaña de promoción de su ejercicio administrativo con la frase: “el alcalde para seguir cumpliendo”, mientras su oponente, vencedor de las primarias de la oposición donde el burgomaestre no participó aunque es militante de un partido disidente, emprende sutilmente la batalla de la desestimación de su probable rival refiriéndose a él y a su gobierno con el calificativo de “saliente”.
Las comunicaciones políticas, los estudios de la psicología de masas, los análisis sociológicos de los movimientos colectivos de los electores, son elementos indispensables en las campañas electorales modernas, su eliminación en las estrategias políticas y de campañas o su mal uso son sin dudas elementos que allanan el camino de la derrota.
Todos los días de nuestras vidas, en cada instante del quehacer público, en cada calle, en cada esquina de nuestras ciudades modernos los ciudadanos son objetos de los mensajes políticos, son el blanco de esos procedimientos de manipulación de masas. Ni usted, ni yo, podemos escapar de ellos.
Por: José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano