Derrotas disfrazadas, discursos iracundos, divisiones rastreras que se mueven debajo del subsuelo del partido de gobierno, la convalecencia del líder única ligadura en esa maquinaria electoral que ha sido el Psuv, expulsiones y agresiones externas e internas son la huella imborrable de que un sismo político se avecina en el régimen.
Mientras la guerra de Diosdado Cabello, quien se ha erigido como el hombre fuerte del gobierno y del partido, con el “Gato” Briceño se agudiza a los límites que éste último fue echado de las filas de la organización de los colorados con boinas, la situación política nacional se torna negra y desalentadora para quienes ostentan el poder.
Oscuros nubarrones se posan en el horizonte del Psuv, Chávez enfermo y decaído por el tratamiento y por la sobredosis de años en el poder que le ocasiona erosión en el favor popular, son las causas que se suman a la preocupación oficialista, esa que se manifiesta en distintas vocerías, que se expresa con lenguaje ponderado en las pocas excepciones, pero se escucha en la común exacerbación de ánimos cálidos de acólitos que se siente enjaulados y sin salida.
Aquel 52% de los votos que la oposición obtuvo en las parlamentarias del 26 de septiembre del 2010, que las boinas rojas quisieron menospreciar mientras justificaban y pregonaban que habían conseguido (gracias a sus triquiñuelas) más asientos en la Asamblea Nacional con menos votos, junto con los tres millones de personas que salieron a votar en las elecciones primarias del 12 de febrero pasado, son algunos de los mensajes que el pueblo ha enviado y que a pesar de simular ceguera y sordera política los altos jerarcas del régimen han oído, visto y entendido como un inclinación del pueblo en contra a su desempeño.
Todos los imperios y poderes absolutos han llegado a su fin. Vemos que en Venezuela desde hace un par de años la tendencia disidente a la tan mentada revolución ha venido en un constante aumento, su posicionamiento en las alcaldías y gobernaciones del país, su votación en las legislativas del 2010 y su alta participación en su evento interno primario es una demostración de ese sentimiento de cambio que amenaza con derrumbar el otrora poderoso y popular imperio del chavismo.
Tambalea la autocracia del hijo de Sabaneta; éste cabizbajo, luchando una ardua batalla en contra de sus males físicos, también ve derrumbarse su ambiente de poder hegemónico que pretendió imponer a troche y moche, siguiendo la receta de La Habana. Chávez es pasado y su poderío también lo es, ya la mayoría nacional rechaza su proyecto, porque luego de 13 años los más pobres no ven solucionado sus graves problemas sociales que han padecido por años. El venezolano ya no come cuento, quiere algo diferente. Se cae el sueño de uno, la pesadilla de muchos.
[Fuente: José Dionisio Solórzano]