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Muchos al oír la palabra amor, piensan en seguida con el color rosa, o un gran corazón rojo diciendo te quiero o algo… simplemente se van hacia el lado más rosa, que sin embargo es la parte superficial de este, la que es fácil de romper, que muera y que quede en algo más que pasajero.
Dicen que el amor no puede analizarse, no puede explicarse, sino que sólo se siente en el corazón, lo que sucede es que no lo expresamos, no sabemos expresarlo o cuando lo sobre expresamos puede llegar a sonar falso, aunque no lo sea.
Cuando existe el amor entre dos personas se generan dos clases de sentimientos diferenciados, aunque el uno necesite del otro para ser completo: el amar, que satisface un ansia, un deseo de gastar ternura y el ser amado, que sacia otra necesidad, el deseo individual de ser querido y apreciado.
El deseo de amar es una necesidad del ser humano que satisface buena parte de sus expectativas en la vida y le integra en el mundo con esa persona, usado negativamente y cuando se dirige hacia uno mismo, se trasforma en vanidad, egocentrismo y orgullo, el amor distorsionado se puede trasformar en odio y unido al miedo o inseguridad se convierte en celos. El amor es una emoción que se desarrolla a veces en edad temprana.
Cuando es positivo, constituye la base de los logros humanos o felicidad y es la semilla y el comienzo de la tolerancia, el autosacrificio, la amistad y muchas otras manifestaciones que pueden disfrutarse en las relaciones sociales.
Amar es un esfuerzo al que hay que dedicar mucho tiempo, algunos les ha durado toda una vida y otros se han quedado en el camino. También nos da alegrías o nos han proporcionado tristezas.
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El amor puede ser de muchos colores y sabores, hay amores que matan, amores sosegados y dulces. En el amor cabe en muchas posibilidades y no siempre es ciego.
Dentro de una relación de pareja no solo amar y ser amado es el alimento que proporciona satisfacción, también se busca la protección y la ayuda mutua, la confianza y la seguridad, sobre todo cuando ya se ha cumplido una edad madura en la que el sexo pasa a un segundo plano y se anhela, sobre todo, la estabilidad presente y futura.
Por Rafael Ignacio Fersaca – @RafaFersaca