Los blancos naufragan en Londres con una goleada que ac tiva las alarmas en las oficinas merengues.
Acudió el Real Madrid a la Champions en busca de soluciones a su depresión futbolística. Pero la primera visita de los blancos a Wembley se saldó con un batacazo histórico, para el recuerdo del Tottenham, para el olvido de la hinchada blanca.
El mítico estadio inglés alumbró la primera derrota en cinco años en fase de grupos del Madrid para agudizar una crisis todos los niveles (3-1). El resultado, horrible para los intereses madridistas, fue incluso benévolo ante la infausta imagen futbolística que mostraron los blancos en la primera parte, incapaces de parecerse al equipo que hace nada dominaba esta competición.
El estacazo encajado en Liga ante el modesto Girona hizo más daño a la autoestima blanca de lo que se podía esperar. No compareció en Wembley ese Madrid que gana con el escudo y regresó el juego plano, de balones al pie y carente de profundidad.
La falta de autoestima con balón se contagió a la hora de presionar al rival, lo que facilitó la tarea a un Tottenham timorato en el inicio, pero que con los minutos ganó confianza para maniobrar cerca de la portería de Casilla.
Los británicos terminaron goleando y por momentos ninguneando a un Madrid que acudía a Londres a responder con un golpe sobre la mesa a la derrota en Girona, pero que se marcha con una crisis galopante bajo el brazo.