Como si de un mismo acto de magia se tratara, el ‘quidditch’, el fantástico deporte que se practica en la saga de Harry Potter, ha dado el salto al mundo ‘muggle’, el mundo no mágico, el mundo real. EFE.
Cerca de tres centenas de jugadores de toda España se han sumado a una práctica que más que ser una moda parece ir totalmente en serio: existe una asociación nacional, una liga y hasta una selección española que compite en la Copa del Mundo.
Con nombres ambientados y sacados de las historias del joven mago y sus amigos, por España andan repartidos equipos como los Basiliscos en Almería, los Boggarts en Vizcaya, los Hipogrifos en Murcia o los Dementores en La Coruña.
La asociación española existe desde abril de 2013 y poco a poco han sido más y más las ciudades que se han ido sumando a este novedoso deporte que salió desde Hogwarts, en la ficción, para aterrizar en la universidad de Middlebury, en Vermont (Estados Unidos), en la realidad.
Una docena de equipos jugaron la Copa de España
En estos momentos, en España hay activos una quincena de equipos de los cuales doce tomaron parte en la última Copa de España, el torneo nacional más potente de los que se han disputado hasta la fecha en esta nueva modalidad que engloba deportes como el balonmano, el rugby, el baloncesto y también el balón prisionero.
Para jugar al ‘quidditch’ hacen falta dos equipos de siete jugadores de los que tres son cazadores que han de anotar la ‘quaffle’ (pelota de juego) en los aros rivales para sumar diez puntos por anotación. Dos son golpeadores que tratan de evitar el avance contrario; uno es el guardián que hace de guardameta y el séptimo es el buscador que ha de hacerse con la ‘snitch’ (pequeña pelota dorada que despliega sus alas), momento en el que terminará el juego dándole antes 150 puntos al equipo que logre hacerse con ella.
En la versión original fantástica, todos los participantes vuelan sobre sus escobas Nimbus o la más evolucionada Saeta de Fuego que Harry usa regalada por su padrino Sirius Black, los golpeadores usan bates para desviar hacia el equipo contrario las ‘bludgers’ (pelotas para atacar a los rivales) y la ‘snitch’.
En la adaptada a la vida real, se utilizan tubos a modo de escoba, sujetos entre las piernas de los participantes; los golpeadores juegan a balón prisionero con los rivales, que deben volver a sus propios aros cuando son impactados y desde allí reanudar el juego, y la ‘snitch’ es otro participante, vestido de amarillo, que envuelve una pelota de tenis en un calcetín, lo ata a su cintura y lleva su propio árbitro para determinar si la captura es válida. La pelota de juego (‘quaffle’), por su parte, es un balón de voleibol.
Como elemento destacado, el ‘quidditch’ es un deporte pionero en la integración del colectivo LGBT (Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales), ya que de los siete jugadores de cada equipo no puede haber más de cuatro que sean del mismo sexo, tomando como tal aquél del cual se sienta cada uno de ellos. Con hechizos de por medio o no, el ‘quidditch’ es mágico también en el mundo real.