Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el glaucoma, que afecta a más de 60 millones de personas en todo el mundo y a más de medio millón en España, es actualmente la segunda causa de ceguera y su carácter asintomático hace que la mitad de quienes lo padecen no sean conscientes de ello. La mayor incidencia de la enfermedad se produce a partir de los 40 años: afectando a un 2,1% de las personas entre 50 y 59 años; a un 2,3% entre 60 y 69; porcentaje que sube hasta el 3,5% en los mayores de 70.
No es posible prevenir la aparición del glaucoma y debido a la ausencia de síntomas hasta fases avanzadas, el diagnóstico suele ser tardío. Sin embargo, existe tratamiento para frenar su avance y minimizar la pérdida de visión. Desde la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares apuntan que hasta un 90% de la ceguera provocada por el glaucoma podría evitarse mediante un diagnóstico precoz.
Emilio y Jorge Vila, director jefe y director médico, respectivamente, de Innova Ocular Clínica Vila, ofrecen algunas claves para ‘estar alertas’ ante este enfermedad asintomática y consejos una vez se ha diagnosticado esta enfermedad que hoy celebra su día mundial.
1.¿Qué es el glaucoma?
El glaucoma es una enfermedad que afecta al campo visual debido a un daño progresivo en el nervio óptico producido, entre otras causas, por la elevación de la presión intraocular. Si la presión elevada se mantiene durante mucho tiempo o llega a cifras exageradamente altas, las fibras del nervio óptico pueden dañarse de forma irreparable y causar una pérdida de visión irreversible. Es una enfermedad frecuente y la principal causa de ceguera evitable en países desarrollados, pero realizando un diagnóstico y un tratamiento precoz, el pronóstico es mucho mejor.
2.¿Cuáles son los factores de riesgo?
Los factores de riesgo del glaucoma son diversos, pero los más importantes son la edad (superior a 40 años) y la presión intraocular elevada (mayor de 22mm Hg). No obstante, no todas las personas con presión intraocular por encima por encima de la normalidad presentan alteraciones en el nervio óptico y por tanto desarrollan glaucoma, aunque sí deben ser considerados ‘sospechosos’ de padecerlo y con mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Del mismo modo, hay otros individuos con valores de presión intraocular dentro de la normalidad que sí desarrollan enfermedad glaucomatosa.
Otros factores de riesgo son la existencia de historia familiar de glaucoma (familiares de primer grado: padres y hermanos), padecer diabetes, miopía u otras enfermedades vasculares (hipertensión arterial, antecedentes de enfermedades cardiovasculares o vaso espasmos…), jaquecas o ser del género femenino.
3.¿Cuáles son sus síntomas?
Generalmente no hay síntomas al comienzo de la enfermedad: no causa dolor y la visión se mantiene normal. A medida que la enfermedad progresa, el paciente puede notar que su visión no es buena y que pierde lentamente su visión lateral (como si mirara a través de un túnel). En el glaucoma crónico simple no hay molestias, ni dolor y la pérdida de visión puede pasar desapercibida hasta el final, cuando el paciente se da cuenta de que algo va mal y la enfermedad está muy avanzada. En el caso del glaucoma de ángulo cerrado sí se producen molestias como pérdida de visión, fuerte dolor de ojo y cabeza, ojo rojo, vómitos y mal estado general.
4.¿A partir de qué edad hay que estar vigilantes y quién debe hacerlo?
Es importante tomar la presión intraocular a todos los pacientes pero, en términos generales, el riesgo de padecer glaucoma aumenta con la edad, por lo que una exploración oftalmológica que incluya la toma de presión intraocular es especialmente importante a partir de los 40-45 años.
Igualmente, todas aquellas personas con familiares directos diagnosticados de glaucoma -se pueden incluso realizar estudios genéticos que permitan precisar el riesgo de sufrir la patología- o que padezcan alguna de las situaciones consideradas de riesgo superior a la media para desarrollar esta enfermedad, deberían también realizarse controles de la presión intraocular.
Por último, esta enfermedad es más agresiva en los pacientes de raza negra, lo que hace más recomendables las mediciones de la presión intraocular en este grupo poblacional.
5.¿Qué pruebas hay para detectarlo?
El glaucoma se detecta a través de un examen completo de ojo que incluye las siguientes pruebas:
-Prueba de agudeza visual para medir la vista a diferentes distancias.
-Tonometría. Se realiza para medir la presión del ojo mediante el uso de un aparato, previa dispensación de unas gotas anestésicas.
-Prueba del campo visual, que mide el campo de visión y ayuda al oftalmólogo a determinar si el paciente sufre pérdida en la visión lateral, característica típica del glaucoma.
-Examen del fondo de ojo. Con la ayuda de unas lentes especiales se examina el nervio óptico. También se puede realizar el análisis mediante tomografía de coherencia óptica (OCT)
-Paquimetría. Mediante el uso de un instrumento de ondas ultrasónicas, previa instilación de una gota de anestésico ocular, esta prueba permite medir el grosor de la córnea, que incide en el valor de la presión del ojo.
6.¿Qué objetivo tiene el tratamiento del glaucoma?
Cualquier estrategia de tratamiento de esta enfermedad tiene como objetivo normalizar la secreción del humor acuoso, facilitar su evacuación por la malla trabecular o por la vía uveo-escleral y proteger las células retinianas y las fibras del nervio óptico para mantener el campo visual.
7.¿Qué tratamientos existen?
– Farmacológico. Existen varios tipos de fármacos para tratar el glaucoma. Algunos disminuyen la formación de humor acuoso en el ojo, mientras que otros facilitan la salida del mismo hacia el exterior. Se administran una o varias veces al día, siendo importante utilizarlos regularmente para que sean efectivos.
– Láser. Mediante la cirugía láser se crea un pequeño orificio que permite el drenaje del fluido y la reducción de la presión. A pesar de que el láser puede ser muy eficaz a la hora de reducir la tensión en determinados pacientes, el efecto suele desparecer pasados unos años, por lo que el paciente puede necesitar tratamiento adicional.
– Cirugía. Generalmente se prescribe cuando los colirios y/o el láser no han sido suficientes para bajar la presión intraocular, o cuando existe intolerancia los fármacos. Existen varios tipos de intervenciones; las más frecuentes son: la trabeculectomía, la escleroctomía profunda no perforante y las válvulas.
8.¿Qué resultados ofrece el abordaje quirúrgico?
El éxito de la cirugía es aproximadamente del 80%, pero si con el tiempo la apertura se cierra, puede ser necesaria una nueva operación.
9.¿En qué consiste la cirugía?
En la cirugía convencional, se realiza una nueva apertura para que el humor acuoso pueda salir del ojo. Este tipo de intervenciones se realiza en quirófano de manera ambulatoria, y anestesiando únicamente el ojo.
10.¿Y en qué consiste la intervención con láser?
Este procedimiento suele utilizarse en pacientes con glaucoma de ángulo abierto cuya presión ocular no se reduce lo suficiente con los colirios. Se realiza en la consulta poniendo unas gotas de anestésico y utilizando una lente especial para proyectar el láser en el ángulo de la cámara anterior del ojo. El tratamiento con láser tiene la ventaja de ser poco traumático, pero la desventaja es que no se puede aplicar a todos los tipos de glaucoma. Además, en muchas ocasiones, su efecto es pasajero.
Fuente [Abc.es]