Hace poco una madre de dos pequeños preparaba los sándwiches para la media tarde cuando se espantó al encontrar una extraña criatura que la observaba fijamente desde el interior de la lata de atún que acababa de abrir. Agazapados, como esperando, dos ojos negros sigilosos y profundos como la muerte coronaban un saco intestinal con largas patas. Bueno, patitas. Y cuando lo miró por segunda vez, el horror mutó a ternura.
Y las redes hablaron. Y el juicio de comentaristas determinó que se trataba de un «parásito come lenguas».
Horror, dos pequeños o una madre se hubieran podido quedar sin lengua.
Nop. El jurado falló.
Se trataba de un pequeño cangrejo bebé, al que de inmediato se bautizó como «Erick», para darle nombre propio a un pequeñín que ahora es protagonista de una historia que recorre las redes para contarte que sí existen finales pajas.
¿Cómo, estaba vivo? Esa ya es otra historia.
Fuente [Espacio360.com]