Con más de 1.600 millones de toneladas de agua depositada en sus polos en forma de hielo y una enorme cantidad de tierras raras ocultas bajo su superficie, la Luna se ha convertido en un objetivo ideal para las grandes compañías mineras.
En un artículo que aparece en el último número de Physics World, Richard Corfield explica con detalle cómo muchas firmas privadas y varias agencias espaciales sueñan desde hace tiempo con aprovechar esta ingente cantidad de recursos y transformar la Luna en una auténtica máquina de hacer dinero. Un sueño, por cierto, que está a punto de convertirse en realidad.
Desde que la NASA desmanteló su programa Apolo hace más de 40 años ningún hombre ha vuelto a pisar nuestro satélite, pero en ese tiempo los vuelos espaciales no tripulados han dado pasos de gigante y han conseguido localizar abundantes depósitos de agua helada en los polos norte y sur de la Luna. Lo cual, para Cornfield, ha sido suficiente para despertar el interés (y la codicia) de las grandes corporaciones, porque «donde hay hielo, hay combustible».
Estación de servicio espacial
Un buen ejemplo es el de la compañía tejana Shackleton Energy Company (SEC), que planea ya explotar las vastas reservas de hielo de agua lunares para convertirlas en combustible para cohetes, en forma de hidrógeno y oxígeno. Un combustible que se vendería a las agencias espaciales en «estaciones de servicio espaciales» instaladas en la órbita terrestre.
Tal y como ha explicado Dale Tietz, director ejecutivo de SEC, el plan es construir una «gasolinera» en el espacio en la que el combustible para cohetes podrá venderse a precios significativamente más bajos de lo que cuesta enviarlo desde la Tierra.
Por eso, SEC planea extraer el hielo de los polos lunares instalando allí estaciones mineras operadas por humanos y robots, y utilizar ese material tanto para obtener agua como combustible que pueda alimentar tanto a las grandes tolvas mineras como a los rovers lunares de las compañías que se instalen para extraer materiales del subsuelo lunar.
Otra compañía privada, Moon Express, también está interesada en utilizar el hielo lunar como combustible, pero de una forma diferente. Su idea, en efecto, es que tanto sus operaciones financieras como las naves espaciales se impulsen utilizando peróxido de alto rendimiento (HTP), un combustible basado en el hidrógeno y con una larga tradición en los vuelos espaciales.
En cuanto a la explotación de los minerales raros de la Luna, China es la que lleva, por ahora, la voz cantante. Su «Conejo de Jade» aterrizó con éxito en la superficie lunar en diciembre de 2013 y la agencia espacial china ha anunciado públicamente su intención de establecer «una base en la Luna, igual que hicimos en el Polo Norte y el Polo Sur».
En la actualidad, China mantiene una situación de casi monopolio sobre los minerales raros terrestres, que son cada vez más escasos y que resultan de vital importancia para una multitud de dispositivos, desde los teléfonos móviles a los ordenadores y las baterías de los coches. Por eso, no resulta extraño que el gigante asiático quiera ahora ampliar sus redes todo lo que le sea posible.
«Todas las partes interesadas -concluye Corfield- están de acuerdo en que la Luna – a solo un paso de la Tierra – es el primer punto de apoyo y será esencial para la diáspora de la humanidad a las estrellas».
Fuente [Abc.es]