Ser el jefe de la nación requiere de una actitud políticamente correcta. Sí, pero en la vida real porque en un mundo virtual se puede tener licencias para hacer locuras. El surrealismo de «Saints Row IV: Re-Elected» abre de nuevo la puerta a un ambiente de libertad en donde el jugador puede realizar diversas misiones (principales y secundarias) de una extraña forma.
La reedición de este juego para la nueva generación de consolas (PlayStation 4 y Xbox One) mantiene su esencia irreverente y gamberra. La saga de videojuegos de mundo abierto ofrece acción sin censuras (ejem) y un sinfín de excentricidades y travesuras que permitirá al jugador vivir esa experiencia diferente.
El argumento es de todo menos realista. La desbordante locura de la serie da un giro con una catastrófica invasión alienígena en la que los extraterrestres transportan a los Santos a una extraña simulación de la ciudad de Steelport. Los usuarios tienen que utilizar los superpoderes titánicos de los personajes y luchar para liberar a la humanidad del control mental de Zinyak, el abuelo de los alienígenas.
Ese personaje, que amplía sus habilidades a medida que completamos misiones, es capaz de realizar piruetas, saltos desorbitados, esprintar a una velocidad increíble y utilizar un arsenal de armas muy amplio. Sin embargo, la falta de un sistema de coberturas en el uso de estas armas provoca un cierto desasosiego durante los combates, ya sea contra agentes de policía como con los monstruos alienígenas. El jugador, a su vez, puede conducir diversos vehículos, aunque su conducción se realiza con algunos extraños.
Sin contar con un sistema de precisión automático, acabar con ellos en ocasiones se vuelve algo difícil y disparar contra su cabeza requiere de una cierta experiencia. Ahí se puede utilizar un láser congelante que permite inmovilizar a los enemigos durante unos segundos, que hará más fácil eliminarlos.
Lo que demuestran esta adaptación es que la saga resiste el paso del tiempo. A pesar de la promesa de HD, la calidad gráfica chirría un poco, al menos en los entornos y las edificaciones. Su actualización solo tiene algunos detalles notables, como una frecuencia de imagen más robusta y resistente. Cuando la cámara se aproxima uno se siente que está dentro de lo que es: un juego de hace dos años. También hay que reconocer que el apartado técnico no está totalmente integrado a las nuevas plataformas.
Por tanto, se eliminan demasiados impulsos para convertirlo en la edición definitiva pese a sus increíbles bonanzas en el aspecto jugable, ya que no es el típico juego de mundo abierto en el que disponemos de un mapa con multitud (eso sí) actividades, tanto principales como secundarias. Ese es su mayor logro, en verdad, porque hay tanto por hacer que uno no sabe ni por dónde empezar.
El juego llega de nuevo sin doblaje en español, por lo que habrá que leer los subtítulos, un aspecto menor y secundario pero que hubiese golpeado fuerte. La banda sonora, no obstante, es muy variada y amplia, que generará una atmósfera seductora. Uno de los mejores aspectos es que, además del juego, se incluye el contenido descargable «Gat Out of Hell», con lo cual el jugador tendrá a disposición toda la historia.
Fuente [Abc.es]