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Este año nos toca tomar varias decisiones, todas de suma importancia. Asistiremos a las urnas electorales en diversas ocasiones, pero… ¿asistiremos?
En los últimos años hemos tenido que acudir a nuestros centros de votaciones múltiples veces, pero ninguna tan decisoria como ésta, porque lo que decidamos en este año, se marcará casi como un tatuaje que, si se desea eliminar, hay que pasar por un costoso y doloroso tratamiento, corriendo el riesgo de que, de igual manera, quede una marca, que algunos llaman “fantasma”.
Definitivamente hay grandes expectativas y muchas posibilidades, de obtener una necesaria victoria y, de esta manera, corregir el rumbo del país y dirigirlo al camino del progreso, del avance, del desarrollo, en donde se pueda contar con una economía estable, seguridad en todos los ámbitos, donde se pueda volver a desarrollar la empresa privada, para lograr mover de manera efectiva el aparato económico, en fin, donde se disminuya y erradique la ineficiencia, la ineptitud y la impunidad. Está en nosotros devolver la autonomía a las universidades, devolver esa tan preciada autonomía a los Poderes, para que se deslinden del Ejecutivo, que se haga justicia, que no existan presos políticos, donde realmente se busquen soluciones habitacionales. Y, todo lo anterior, es solo por nombrar una muy pequeña parte de lo que necesitamos recuperar y enderezar.
Porque, de lo contrario, si no se vota concienzudamente, masivamente, se exige el respeto al voto, el respeto de las auditorías, la participación de organismos internacionales, la depuración del CNE, que también se encuentra secuestrado. De lo contrario, te queda “calarte” que el ingreso petrolero sea despilfarrado, que sigas pagando impuestos sin ver los resultados, ni a dónde va a parar ese dinero correspondiente a tus tributos, que al final terminen cerrando tu empresa o, haciéndote una presión tan fuerte a nivel económico y judicial, con leyes absurdas y mal aplicadas, que termines cerrándola por tu propia cuenta, antes de acabar en la ruina.
Así es, si no hacemos bien nuestra labor y, ejercemos dignamente nuestro sagrado derecho al voto, nuestro derecho a elegir a discernir, a disentir, pues habrá que “calarse” que dejen de existir los pocos medios de comunicación privado que quedan, o que sean obligados a plegarse a una línea editorial palurda, en una absoluta carencia de sentido. Sí, habrá que “calarse” que la incultura siga in crescendo de manera galopante, que como en toda dictadura, se siga apostando a la ignorancia de un pueblo, para poderlo dominar fácilmente. Tocará ver cómo se acaba de colapsar el sistema eléctrico, quedándonos en penumbras o, terminarás haciendo las maletas como muchos otros – que están en todo su derecho y no critico – para irte al extranjero buscando una mejor calidad de vida para tu familia y, entonces, tendrás que “calarte” ser un extranjero, probablemente ser sub-empleado. Con casa, carro, comida, seguridad para tu familia, pero, al fin y al cabo, “calándote” no poder estar en tu país como debería de ser y, no poder estar haciendo lo que tu quieras.
Entonces, ¿hacemos bien nuestra labor?
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ENRIQUE J. MUNDARAIN EGUI+
Twitter: @emundara