La Navidad es un momento de profunda reflexión para los cristianos, es también un tiempo cargado de esperanzas, de buenas nuevas, y de fe inquebrantable, que siempre por más oscura que se presente la noche trae consigo el amanecer.
Los venezolanos hemos sufrido los sinsabores de años de un gobierno que inhumanamente abusó de la confianza que el pueblo les dio. Hemos visto con tristeza como han destruido la vida de millones de ciudadanos que hoy pasan trabajo a pesar de la bonanza petrolera que hemos tenido.
Aún por encima de esto tenemos, todos los que confiamos en Dios y en la Virgen, que recordar la frase de Nikos Kazantzakis que dice: “Al caminar abres y creas el cauce del río por cuya corriente tus descendientes entrarán y fluirán”.
Hoy, más que nunca, los venezolanos tenemos que seguir adelante, con la frente en alto, llenos de dignidad, para así con la fuerza de la voluntad y de la fe poder reconstruir nuestra tierra después de una hecatombe que ha durado 15 años.
¡Es tiempo de esperanzas! La Navidad es una hora única para analizar lo que hemos hecho, lo que dejamos de hacer y lo que debemos llevar adelante, es una era de íntima conversación con Dios, es la circunstancia ideal para ver más allá de nuestra nariz y entender el compromiso que cada uno de nosotros debe asumir por el bienestar de toda la comunidad nacional.
Celebramos este 24 de diciembre el nacimiento de Jesús, el Redentor, y recordamos en medio de la “Buena Nueva”, que el Niño Dios vino al mundo para llenar nuestro camino de esperanza, y de fuerza, por esta razón no podemos doblegarnos ante la pereza cívica o el desánimo político cuando está en juego el presente y el mañana de nuestros hijos y nietos.
Celebramos en estos días la libertad espiritual que nos legó El Salvador, cuyo ejemplo llevado al plano terrenal debemos emular para darle libertad a nuestras vidas ciudadanas.
Poseo la firme creencia que por encima de las vicisitudes, del cansancio de 15 años de lucha, está el fervor de un pueblo que está movido por la esperanza de un mañana mejor, de una Venezuela libre de las ataduras de un desgobierno que nos ha sumido en el desabastecimiento, la criminalidad, la inflación y el desempleo.
Sé que los venezolanos tienen la esperanza que va amanecer más pronto de lo que muchos creen, que la luz de un nuevo día brillará con fuerza para cada uno de nosotros.
La esperanza de este pueblo es la savia que debe mover nuestras vidas en aras de contribuir con ahínco, con entusiasmo, en la construcción de la Venezuela democrática.
He leído los mensajes que han enviado los valientes estudiantes presos por disentir del Gobierno nacional, y en sus palabras he palpado justamente la fe de los luchadores, la confianza en el destino de los soñadores, he encontrado en sus frases esa esencia de lucha que caracterizó y caracteriza a los venezolanos echados para adelante.
Ese mismo ímpetu lo observo en las madres quienes dan todo por sus hijos, se siente en los miles de padres de familia que diariamente hacen constantes y arduos sacrificios para sostener a sus familias.
La esperanza en la batalla por la democracia no está perdida, por el contrario está viva en cada uno de nosotros que anhelamos un mañana de progreso y entusiasmo para quienes heredarán esta tierra y todas sus bondades.
¡Va a nacer el Niño! Con el Divino Niño nacerá la esperanza nuevamente en cada uno de nosotros, renacerá la fe y el compromiso con la vida y para con Dios. De esa misma forma emergerán nuevamente nuestras energías para batallar en todos los terrenos democráticos y constitucionales por nuestra amada república, por nuestra añorada libertad que secuestró hace un tiempo el enemigo de la verdad y de la dignidad nacional.
¡Feliz Navidad para todos los venezolanos, especialmente para los anzoatiguenses!
Por Antonio Barreto Sira