El presidente de Colombia llega mañana a Madrid. Juan Manuel Santos Calderón (Bogotá, 1951) inicia en España una intensa gira por Europa que, a lo largo de cinco días, lo llevará a entrevistarse con seis presidentes de Gobierno y dos monarcas. Pretende explicar al viejo continente cómo marcha y cómo se concretará el llamado posconflicto en su país. Asimismo, el jefe de Estado iberoamericano tratará de arrancar el compromiso de la Unión Europea para crear un fondo que financie ese nuevo tiempo de búsqueda de la paz. Nuestro país es el miembro de la UE más activo en la consecución de ese apoyo económico, que se entiende trascendente para consolidar el fin de la guerra con las FARC.
Lejos de presentarse como un Estado malogrado por tantos años de violencia, Colombia se esfuerza por aparecer ante el resto del concierto internacional como una historia de éxito. Mientras en muchos lugares del planeta se habla de lucha y sangre, en esta república unitaria que toma su nombre de Cristóbal Colón, el tema es la paz. Sus índices económicos despuntan entre los mejores de Iberoamérica. Crecen la inversión y el PIB. Bajan el paro y la inflación. El país es joven y cuenta con 47 millones de habitantes para una superficie dos veces superior a la de España. Precisamente sobre los españoles, Colombia ejerce una fascinación singular. Algunas de nuestras compañías más sobresalientes han abierto allí mercados y su actividad no deja de dilatarse. También ABC ha querido acercarse a Bogotá, donde fue recibido por Juan Manuel Santos en su despacho del palacio presidencial de Nariño.
Juan Manuel Santos, durante la sesión fotográfica en el palacio presidencial de Nariño
En la distancia corta, el mandatario Santos resulta particularmente afable, y no se entienda este adjetivo como un lugar común para presentar a un entrevistado que recibe en casa. Juan Manuel es cordial de verdad. Tal vez por esa deformación que se adquiere cuando uno pertenece, como él, a una estirpe de periodistas iniciada a principios del siglo pasado. No rehúye las preguntas. Sonríe ante las de difícil respuesta y facilita el trabajo: busca siempre el titular. Era obligado empezar hablando de las negociaciones con las FARC; un proceso de paz no exento de controversia ni disputa social entre los distintos sectores de la opinión pública local.
-¿Están las FARC en una posición más débil que cuando usted llegó a la Presidencia en 2010? ¿Hay más seguridad ciudadana hoy que entonces?
-Sí, sin duda alguna. Las FARC militarmente están más débiles que nunca. Han sido neutralizados 55 cabecillas, entre ellos, el número uno, ‘‘Alfonso Cano’’, y su número dos, el mayor símbolo del terror, ‘‘Mono Jojoy’’. Cuando me plantean esta pregunta, siempre digo que los hechos son tozudos. Hace apenas dos días, se conocieron los resultados de la encuesta más completa sobre violencia en Colombia, acerca de la preocupación ciudadana y la victimización, y hemos obtenido la mejor percepción de los últimos años. Tenemos el índice más bajo de homicidios por cien mil habitantes de los últimos cuarenta años. Estamos en la buena dirección, pero no hemos logrado todavía la victoria final. No bajamos la guardia.
-El proceso de La Habana sólo ha dado hasta ahora acuerdos parciales con la guerrilla, mientras las FARC se consideran corresponsables de su victoria electoral. ¿En qué punto se encuentra la negociación?
-Va por el camino correcto. En la primera etapa establecimos cinco puntos concretos y, de momento, hemos conseguido acuerdo en tres: en el desarrollo agrícola integral, en la participación política y en acabar con el narcotráfico. Tenemos que seguir trabajando para llegar a encuentros sobre víctimas y justicia transicional y el fin del conflicto, basado en la ‘‘DDR’’: desarme, desmovilización y reintegración a la vida civil. Me parece un gran avance si con esto logramos que termine la guerra.
La estrategia de la guerrilla
-¿Qué relevancia tiene el repunte de la actividad terrorista, especialmente contra las infraestructuras petrolíferas?
-Las FARC siempre han estado presentes en zonas petroleras. Es parte de su estrategia histórica. Golpean donde más daño pueden hacer. Sobre su participación o influencia en el proceso electoral colombiano, debo advertir que son ilegales y no forman parte del juego democrático. No pueden arrogarse ningún papel. No han tenido ninguna injerencia ni influencia. Tengo que decir con toda claridad que yo soy el peor enemigo que las FARC han tenido en toda su historia.
-¿Qué ha ganado Colombia con la política de diálogo y entendimiento que usted ha perseguido con Venezuela después de los años de tensión de la era Uribe, cuando usted era ministro de Defensa?
-Cuando llegué a la Presidencia de Colombia en 2010, nuestro país era la oveja negra de la región: no teníamos relación ni diálogo con los vecinos. Hasta el punto de que se llegó a hablar de guerra en la zona. Hubo incluso movimientos de tanques. La realidad era que teníamos bloqueados los tratados de libre comercio con los Estados Unidos y con la Unión Europea. A los colombianos nos pedían visa hasta en los países del Caribe. Quiero decir con esto que no teníamos la mejor relación externa. Creo, honestamente, que le hemos dado un giro de 180 grados. Ahora podemos tratar con cualquier país, aunque tengamos profundas diferencias ideológicas, como así ocurre. Nos respetamos y trabajamos en beneficio de los dos pueblos. Créame, así ha sucedido. El beneficio de esta nueva orientación ha sido común.
-Cuando habla de dificultades exteriores, ¿incluye también a España?
-A España sólo debo darle las gracias. No alcanzo a tener las palabras necesarias para agradecer al Gobierno español todo lo que ha hecho, y hace, por Colombia, tanto con respecto a la UE, como a nivel interior del propio país. Las relaciones con España son privilegiadas, y de las más relevantes.
-En las elecciones de 2014 usted ha obtenido un resultado sensiblemente inferior al de 2010. Ha tenido que armar una coalición que va desde la derecha de una parte del Partido Conservador a la izquierda de Gustavo Petro. ¿Qué gobernabilidad puede usted garantizar a los inversores extranjeros para Colombia en este segundo mandato?
-Podemos dar todas las garantías, tanto las de la seguridad jurídica como las económicas. Fíjese, somos el país que más crece de toda Iberoamérica, que más baja el paro, que menos inflación tiene, que más inversión extranjera recibe. Es más, el FMI, en su última reunión, dijo que Colombia era el único país que este año iba a crecer más que el anterior. Eso no lo ha afirmado de ningún otro. En esta materia pueden estar tranquilos los inversores extranjeros. Los apoyos que recibimos para gobernar no suponen cesión alguna en ningún terreno. La gobernabilidad se da por el apoyo del pueblo y por el apoyo mayoritario en el Congreso. La oposición no constituye peligro alguno para la inversión extranjera. Yo soy un firme convencido de la tercera vía: el mercado hasta donde sea posible ‘‘el Estado hasta donde sea necesario’’. Aplicando ese modelo, somos ahora uno de los países iberoamericanos con mejores índices económicos.
La inversión extranjera en Colombia no está en la mesa de paz. No hay nada que discutir sobre esto. Colombia es un estado de derecho y con una actitud favorable a los empresarios extranjeros que quieran venir a invertir aquí. Es más, los creemos necesarios para mantener los altos índices de crecimiento económico.
-Usted logró ganar las presidenciales de 2010 como el candidato de la derecha colombiana y las de 2014, como el de la izquierda. Muy pocos políticos en el mundo han logrado esa hazaña…
-Lo logró De Gaulle. A mí me apoyó la derecha en la primera elección y es cierto que la izquierda me respaldó en la segunda. Pero sobre todo me apoyó el centro, que es donde yo me encuentro mejor. Creo que fundamentalmente me apoyaron los amigos de la paz. Es cierto que se sembraron dudas sobre el proceso de paz entre la opinión pública colombiana; entonces nosotros decidimos publicar las actas de las negociaciones de La Habana.
-Había gente que estaba de acuerdo con el fin de la violencia, pero no con cómo se conseguía esa paz.
-Es habitual en este tipo de procesos. Siempre hay que preguntar cuáles son los costos y los beneficios de la paz, frente a los costos de la guerra, porque la guerra nunca tiene beneficios. Por eso, nosotros tenemos tanto empeño en explicar de qué se trata este proceso y qué es exactamente lo que negociamos. Y gracias a eso, la gente lo está apoyando cada vez más. Cuando se les pregunta a los colombianos si quieren que las FARC participen en política, como las FARC hicieron tanto daño, la gente dice que no. Lo mismo, cuando se les pregunta si pueden aprovecharse de los beneficios de la justicia transicional, la gente responde que no. Pero el ciudadano tiene el paquete completo con los costos y beneficios ya citados: frente a una guerra que puede durar veinte años más, la gente quiere la paz.
Reconciliar el país
-Usted ha avalado el nombramiento de Ernesto Samper como secretario general de UNASUR, la Unión de Naciones Suramericanas. ¿Qué gana Colombia respaldando a un candidato que fue financiado por el narcotráfico en su campaña presidencial de hace veinte años?
-Lo ven mal algunos, por ejemplo algún expresidente. Uribe, en su día, lo nombró embajador. Yo no fui una persona muy cercana a Samper. Todo lo contrario: durante su mandato fui opositor. Ahora toca el momento de reconciliar a este país y ha sido el conjunto de miembros de UNASUR el que lo ha nombrado presidente de este organismo. Yo, como presidente de Colombia, no iba a ser el que me significase oponiéndome a él.
-En política, ¿los hijos siempre terminan devorando al padre?
-Para mí, la relación con el expresidente Uribe ha sido algo triste y hasta sorprendente. Lo que estoy haciendo es exactamente lo que él quiso hacer. Él quiso negociar con las FARC. Hay evidencias de ello. Es más, él quiso negociar con el ELN (Ejército de Liberación Nacional). Yo me pregunto, ¿por qué cuando él lo hizo no era legitimar el terrorismo y, ahora, sí? Insisto, ¿por qué cuando él quiso legalizar las FARC no era ilegítimo y ahora parece que sí? En cuanto a continuar la ofensiva militar, modestia aparte, mi Presidencia ha sido más efectiva que la suya, y yo he sido el ministro de Defensa de Uribe. Yo le ofrecí a Uribe recientemente que nos sentáramos a hablar como colombianos que amamos a nuestro país y que con sentido patriótico tratemos sobre los grandes problemas que afectan a Colombia. Que lo hiciésemos con cordialidad y equilibrio, pensando en el bien común de los colombianos y con sentido patriótico. Como se hace en otros muchos Estados. Desafortunadamente, esta invitación, a día de hoy, todavía no ha sido respondida.
-En este momento del proceso que vive Colombia, ¿tiene usted temor a que en las Fuerzas Armadas colombianas brote cierto malestar o desmoralización tras tantos años de implicación y sacrificio?
-He sido el primer presidente colombiano en muchísimos años, le diría que décadas, que llevé el uniforme militar. He sido uno de ellos. Yo fui militar. Los conozco muy bien. Fui su ministro de Defensa. He fortalecido las Fuerzas Armadas como nunca se había hecho. Ahora mismo tenemos las mejores Fuerzas Armadas de nuestra Historia. Le puedo decir que los comandantes están como un bloque, porque saben que la paz es su victoria. Y además, saben que nuestros soldados y policías son los primeros beneficiados por la paz, porque ellos son los que ponen los muertos. Como decía el general MacArthur, ‘‘a ningún soldado le gusta la guerra, pero hay que hacer la guerra para lograr la paz’’. Y eso es lo que nos ha tocado hacer a nosotros.
La amabilidad del Rey
-La presencia de colombianos en España evidencia un fenómeno migratorio de ciudadanos que abandonaron su país. ¿Cómo lo valora?
-Se calcula que hay cerca de cuatro millones de colombianos que viven fuera de su país. Muchos de ellos están regresando. En su día se fueron por falta de oportunidades, por violencia, por desplazados. Los que quieran regresar ahora son más que bienvenidos. Pero los que quieran quedarse en países como España seguirán siendo colombianos y, además, esperamos que su comportamiento y su aportación a sociedades como la española sean muy positivos y que nunca olviden sus raíces.
-La idea de una comunidad iberoamericana que logre cooperar parece más retórica que eficiente. ¿Sirve para algo?
-Para Colombia, no hay la menor duda. A esa comunidad iberoamericana la queremos, la apreciamos y deseamos que se fortalezca. La experiencia para nosotros ha sido enriquecedora en todos los sentidos. Las relaciones de Colombia con España y Portugal son muy buenas, especialmente en los últimos años. Por eso, desde Iberoamérica siempre encontrarán en Colombia una gran receptividad para cualquier iniciativa. Recuerdo con cariño y nostalgia la primera vez que la cumbre se celebró en España en 1992. Yo era vicepresidente de Colombia y tuve que acudir en representación del presidente Gaviria, que no pudo asistir por una crisis generada por Pablo Escobar. Nunca olvidaré la amabilidad del Rey Juan Carlos y la figura de Felipe González, que siempre fue un gran amigo de Colombia. Siempre he tenido un vínculo especialísimo con los españoles y con todos los gobiernos de España.
Fuente [Abc.es]