Yuca amarga: «Los muertos hablan», por @Emilio_Guzman

No hay nada mas fácil para que un individuo se meta en tremendo rollo y sea sancionado penalmente que modificando o contaminando el sitio del suceso donde ocurrió algún hecho punible. Los recientes acontecimientos suscitados en la avenida Baralt pusieron en evidencia que el poder político manipula a su antojo el poder judicial, el Ministerio Público y a las fuerzas de seguridad de estado.

Las declaraciones que hiciera el Comisario Sierralta sobre los cinco delincuentes abatidos, fueron policialmente perfectas, porque claro que son delincuentes los que cayeron en esta oportunidad, como se puede llamar acaso a aquellos que a la fuerza invadieron propiedad privada? , tal como lo hicieron los hoy occisos en el edificio Manfred, o Como se puede calificar a quienes cobran peaje a los propietarios legítimos de los apartamentos del citado inmueble?, o más sencillo aun, que nombre pueden recibir quienes se lucen enviando mensajes de amedrentamiento armados hasta los dientes?, son delincuentes y punto, no hay que buscarle cinco patas al gato, solo que están patrocinados por el estado para mantener en zozobra a quienes no comparten sus ideas, y así lograr ese velo de estado anímico de terror bien planificado. Pero aun con todos estos calificativos, no le da ningún derecho al mismo estado a sancionar a este gente con penas que están bien lejos del Código Penal venezolano.

Cuantas veces no vimos a Montoya, a Odreman, o al hampón que se disfraza de Che Guevara subiendo vídeos a las redes cuales Isis del medio oriente en Venezuela?, amenazando a quien osara adversar al gobierno, haciendo gala de armamento sofisticado, y ninguno de ellos fue sancionado por eso, de donde salen esas armas?, quien se las provee? , o es que acaso estos grupos de conflicto tienen carta abierta para traerlas de afuera?. Pero los amores hipócritas y a conveniencia siempre terminan mal, esos falsos matrimonios de policías y ladrones siempre terminan en divorcios traumáticos cuando el político de turno se cansa de manipularlos o ya se le convierten en un estorbo en el camino.

Retrocedamos unos 25 años atrás, y ubiquémonos en el escenario de la llamada masacre del Amparo, los policías y militares que actuaron en dicha operación estaban conscientes y seguros, previas investigaciones, que los abatidos eran guerrilleros, sus mulas, o colaboradores cercanos al narcotráfico en la frontera, pero se excedieron, modificaron la escena del crimen, y magnificaron lo ocurrido, y la historia cambio de ser unos vulgares rateros de frontera pasaron a ser unos mártires para quienes hoy ejercen el gobierno. Con el caso del fiscal Danilo Anderson ocurrió lo mismo, las fotografías del hombre chamuscado muestran un cadáver con una «expresión mortis» de un hombre atemorizado, en sufrimiento y asombrado, ustedes creen que alguien que le coloquen una bomba sofisticada cargada de C4 le da tiempo asustarse?, pues no, no le da tiempo a nada, la velocidad de detonación de ese alto explosivo supera los 8mil metros por Segundo, vuela en pedazos y listo, si la onda expansiva hubiese dejado algo de rostro no hubiese sido precisamente un cadáver asustado que a mi juicio sabía lo que estaba pasando y observa a sus agresores, en esa oportunidad los políticos contaminaron adrede la escena del crimen, plantearon hipótesis cargadas de revanchismo político, y mi juicio lamentablemente creo q los verdaderos asesinos de Danilo andan sueltos.

Los cinco fallecidos en esta refriega en la avenida Baralt son los mismos pescadores del Amparo, los mismos delincuentes creídos omnipotentes protegidos por un gobierno sinvergüenza que no se cansa de cometer errores y luego pretenden enmendar mintiéndoles a su gente construyendo cuentos que más temprano que tarde caerán por su propio peso mitómano., pero los muertos hablan; y así como el examen forense demostrara que la saña con que asesinaron a Serra fue la descarga de ira de gente que lo conocía , lo mismo sucederá acá con el caso de los choros abatidos, anteriormente denominados colectivos. Por ahora los muertos quedaran muertos, los policías presos, y los gobernantes de turno bien gracias.

Por Emilio Guzmán Rojas