Alguna vez habrás leído o escuchado que debes tener fuerza de voluntad para comer menos. Entérate cuál podría ser el motivo de esta conducta y cómo modificarla de manera natural.
¡Tengo hambre!
Si alguien te pidiese que contuvieras la respiración de manera voluntaria durante 30 minutos, ¿crees que podrías lograrlo? Decididamente no. ¿Podría considerarse esto una falta de voluntad de tu parte? Claro que no, ya que respirar es un instinto biológico. Lo mismo podría sucederte cuando intentas controlar el apetito.
El cerebro manda
La mayor parte del control sobre el apetito y la saciedad lo ejerce el cerebro, cuyo alimento es la glucosa que proviene de los carbohidratos. Cuantos más consumas, mayor será la producción de la hormona insulina y, por ende, más rápido el descenso de la glucosa en la sangre. El cerebro se quedará sin su “comida” y disparará la alarma de “¡hambre!”. Y esto ocurrirá cada dos horas.
Consumir carbohidratos en exceso no saciará tu hambre
Por otra parte, el consumo excesivo de grasas saturadas produce el aumento del ácido araquidónico. Este se conecta en el cerebro por medio de las hormonas endocanabinoides, produciendo un aumento del apetito.
¿Cómo lograr entonces que el cerebro esté satisfecho y deje de reclamarte comida?
Una dieta equilibrada
El doctor Barry Sears, creador de la “Dieta de la Zona”, ha desarrollado un plan de alimentación mediante el que podrías nutrirte de manera adecuada, sin morir de hambre.
El foco principal está puesto en el consumo equilibrado de carbohidratos de bajo índice glucémico (fundamentalmente, frutas y vegetales), proteínas y grasas de buena calidad. Ingerir Omega-3 a través de cápsulas de aceite de pescado es uno de los pilares de este plan.
Un buen recurso
La espirulina es un alga altamente recomendable para controlar el apetito. Posee fenilalanina, un aminoácido que contiene una sustancia llamada colecistocinina, que envía un mensaje al hipotálamo para que disminuya el apetito y calme la ansiedad.
Podría ser efectiva si la ingieres media hora antes del almuerzo y de la cena. En el caso de las personas delgadas, se aconseja tomarla después de las comidas. Es una de las fuentes más ricas de vitamina B12. Aporta, además, ácidos grasos esenciales, sobre todo Omega-3 y Omega-6.
Otra alga sugerida es el fucus. La dosis recomendable es 35 gotas, dos veces al día.
Una fruta de oro
El limón es una de las frutas más maravillosas que existen por su valor terapéutico. Para disminuir la necesidad de comer carbohidratos, es conveniente diluir el jugo de medio limón con igual cantidad de agua tibia, y beberlo en ayunas o antes de las comidas principales.
Para calmar la ansiedad, que también podría llevarte a comer de más, puedes preparar una tisana hirviendo tres hojas frescas de limonero en 300 cm3 (0,6 pt lqd) de agua. Déjala reposar y fíltrala antes de consumirla.
Flores de Bach
El doctor Edward Bach fundó, en 1930, un método de sanación basado en flores. Esta terapia tiene como objetivo aliviar desequilibrios psicoemocionales.
La esencia más recomendada para calmar la ansiedad es la denominada Cherry Plum. Si nunca has ingerido flores, es conveniente comenzar por el proceso de saturación: cuatro gotas, debajo de la lengua, cada una hora, durante el primer día (alrededor de ocho tomas en total).
Esta alternativa puede ayudar a controlar tus impulso de comer demasiado.
Los días siguientes y hasta terminar el frasco, cinco gotas cada una hora. Es conveniente que consultes a un terapeuta floral que podría sugerirte otras opciones, de acuerdo a la sintomatología que presentes.
Todo tiene un propósito
Si tu deseo de comer es exagerado, indaga en el motivo de por qué lo haces: cuál es la necesidad encubierta que estás intentando calmar. Somos seres históricos, que hemos aprendido una manera de relacionarnos con todo, entre otras cosas, con la comida. A veces, el placer de comer suplanta otros que la persona ha vedado por diversos motivos.Recuerda consultar a un profesional de la salud antes de implementar cambios en tu alimentación.
Fuente [Mujer.yahoo.com]