Nuestra óptica: «Con el hacha en el cuello» Por @lodicetodo

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Geronimo-Figueroa @lodicetodoLos partidos políticos y las organizaciones de opinión no pueden ser dirigidos con un culto a la disciplina y un hacha sobre el cuello de la dirigencia media que les impida expresar ideas propias para el funcionamiento de esas organizaciones. La implantación de una obediencia a lo que diga el “jefe”, es un claro ejemplo del culto a la personalidad que siempre hemos cuestionado a los regímenes totalitarios y autoritarios, especialmente al que representó el presidente Chávez y ahora Maduro en nuestro país.

No es lo mismo que un dirigente sea respetado por las virtudes y la forma de expresar las ideas en positivo, a que la sola presencia de ese dirigente en cualquier escenario genere temor a los cuadros medios y a los militantes de base, que se intimiden por la presencia del “jefe” en el mismo escenario y lo inhiban de decir cosas que puedan incomodar al “jefe”, es simplemente dictadura partidista. Mas que miedo o “jaladera” de mecates, los cuadros medios y los militantes de base de cualquier organización partidista, lo que deberían sentir es orgullo y respeto cada vez que tengan la oportunidad de compartir con el máximo dirigente y no estar enculillao por lo que pudiera decirle su “jefe” en ese momento.

Es importante que todos los partidos políticos convoquen procesos internos para elegir y legitimar las estructuras a todos los niveles, donde la base partidista tenga la oportunidad de escoger entre varios postulados por la vía del voto secreto y que no haya el ventajismo de aplicar asambleas de consenso para favorecer a ciertos candidatos que controlan y utilizan la tarjeta como una franquicia. Los partidos están obligados a renovarse y a modernizarse. Aquellos que no contemplen elección por la base militante, deben reformar los estatutos para hacerlo viable, que facilite la participación de todos los que quieran y se consideren en condiciones para optar a cargos de dirección a los niveles que considere, que se acabe la practica donde Caracas impone los secretarios regionales y estos a su vez imponen los distritales. Hay que acabar con la práctica de imponerlo todo de quien va y quién no a las cargos de dirección.

Los partidos políticos son muy importante para el sistema democrático, mientras mas fuertes sean, mas fuerte será la democracia, y la única forma que hay para fortalecerse es legitimando la dirigencia por la base en elecciones directas y secretas, donde no haya ventajas estatutarias de un grupo contra otro para impedirle su participación y que la cuota de cargos esté basada en el porcentaje obtenido en la votación por cada candidato. Eso permitiría no solo fortaleza en la organización, sino el surgimiento de nuevos liderazgos en los partidos políticos.

Acción Democrática en el año de 1996 convocó un proceso interno por la base para elegir al presidente, al secretario general nacional y al resto del CEN, donde compitieron Luis Alfaro Ucero por un lado y Héctor Alonso López por el otro. En esa oportunidad sin ninguna traba estatutaria, participaron todas las corrientes internas que hacían vida dentro de la organización y el resultado fue 70-30 a favor del Alfarismo,

pero el 30% de los perdedores a nivel nacional garantizó triunfo en algunas seccionales como Caracas y varios miembros en el Comité Ejecutivo Nacional.

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Algunos partidos políticos venezolanos, de oposición y del gobierno, nos tienen acostumbrados a que veamos de un día para otro nuevos voceros sin que se hayan celebrado procesos para elegirlos, simplemente se reúnen los llamados cogollitos y por intereses particulares deciden cambiar al secretario general o el de organización. Esas prácticas que a lo mejor en el pasado se justificaban, en esta época no debe tener cabida. Esas acciones hacen que la gente, especialmente esa inmensa mayoría que tiene menos de 30 años de edad que representa el mas del 60% de la población, se aleje y no quiera participar en los partidos políticos. Por lo tanto, es muy importante renovar las autoridades por la via de elecciones.

Por Gerónimo Figueroa Figuera

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