El potencial energético de México, a la sombra de la violencia narco

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Un grupo de hombres armados atacó en abril pasado un pequeño hotel en Ciudad Mier, ubicada en el estado de Tamaulipas y a sólo tres kilómetros de la frontera con EEUU, y entre los pocos huéspedes se encontraban empleados de una compañía subcontratada por Pemex para hacer exploraciones en la Cuenca de Burgos, uno de los cuatro mayores campos de esquisto (shale) de México.

mexico petroleo

Si bien Mier es un «pueblo mágico», un título que el gobierno mexicano le concedió para promover el turismo, ahora también es un pueblo fantasma. La violencia obligó a huir a la mayoría de los más de 4.700 habitantes que tenía en 2010, y en la actualidad quedan apenas unos cientos.

Luego del ataque de abril, el alcalde Roberto González González encabezó una marcha en la que exigió a las autoridades paz para el pueblo. «Queremos empleo y seguridad, no queremos ser la Franja de Gaza», afirmó entonces. Y tras esto el presidente Enrique Peña Nieto anunció el envío de más tropas a Tamaulipas, un estado de tres millones de habitantes que ha sido de los más golpeados por el accionar del crimen organizado.

A unos 600 kilómetros al sur de Ciudad Mier, y muy cerca de otro de los posibles enclaves de gas, se halla Tampico,que hasta hace unas décadas era uno de los símbolos de la bonanza petrolera mexicana pero ahora es uno de los núcleos de mayor violencia de la guerra contra los narcotraficantes. Y antes del envío de tropas hubo fines de semana en los que se contaron hasta 31 muertos en distintos tiroteos.

La reforma energética permitirá a la inversión privada la explotación del 85% de los campos de gas y aceite de esquisto (shale) de México, ya que éste será el sector en el que menos intervendrá Pemex en el futuro.

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Las cuencas donde se encuentran los mayores yacimientos son cuatro: Burgos, Sabinas-Burro Picachos, Tampico-Misantla y Veracruz, en los estados de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz respectivamente. Cuatro estados donde también opera, desde hace años, la delincuencia organizada, y que además es región en disputa entre el Cartel del Golfo y Los Zetas, dos de los grupos más sangrientos de México. Un escenario donde la extorsión, los tiroteos y los secuestros son moneda corriente, según publica el periódico El País.

Las ganancias atraen

A pesar de este sombrío panorama repleto de violencia y crímenes, la riqueza de los yacimientos es tal que ni siquiera estos riesgos desalentarían a las empresas, según opina la abogada petrolera e investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Miriam Grunstein.

«No me sorprendería si la delincuencia organizada empieza a extorsionar a las empresas, ¿cómo van a decir que no? Algunos dirán: ‘Yo no voy a Tabasco, yo no voy a Veracruz, yo no voy a Tamaulipas’ porque no les quiero pagar; pero otros dirán ‘yo voy y les pago'», explica. «Cuando hay un boom en la industria empieza a llegar mucho dinero, y hay más incentivos para atacar a través de la extorsión y el secuestro», agrega Grunstein.

A su vez Duncan Wood, director del Instituto México del Woodrow Wilson Center, sostiene que la seguridad es un factor de preocupación pero al mismo tiempo destaca que en sí misma no es un factor determinante para la explotación del esquisto en el país. «Las grandes empresas transnacionales están acostumbradas a trabajar en ambientes mucho más hostiles que México, por ejemplo en los países africanos. El problema será para laspequeñas y medianas, que están acostumbradas a la seguridad de Texas», afirma Wood.

Mientras tanto, los empresarios mexicanos esperan el resultado de la estrategia de seguridad lanzada por Peña Nieto. «Ya dijimos varias veces que si no se avanza en un mejor clima de seguridad en Tamaulipas, las inversiones no se podrán dar como lo contempla el espíritu de la reforma energética. Todo este año y en 2013 sufrimos una caída en el dinamismo económico por la inseguridad en el Estado», afirmó Juan Pablo Castañón, presidente nacional de la Patronal Mexicana (Coparmex).

Fuente [Infobae.com]

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