«Mirando el vecindario», por @Armando_Briquet

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briquetCuando la política se aleja de la gente, los análisis también. Hoy, los electores colombianos decidirán luego de una campaña tomada por las acusaciones, de poco contenido y propuestas al pueblo colombiano, cómo será el país que tendrán en los próximos años, quién dirigirá la economía y marcará el destino de uno de los países más importantes de la región.

Quizás por nuestros problemas olvidamos ver a nuestro alrededor. En esta campaña, Colombia vivió un desfile de insultos y acusaciones, averiguaciones, interrogatorios, manejo de recursos y procedimientos ilegales que le dieron un matiz bastante negativo a lo que un elector puede esperar de quien terminará representándolo. El elector colombiano merece mucho más.

Merece ver con transparencia quién y cómo gobernará, cuáles son sus propuestas, su discurso, saber si el país que dibuja y aspira construir el candidato se parece al país que el elector quiere tener para él y sus hijos.

Pareciera que de esto poco se habló en estos meses, y que lo que privó fueron otros temas que pudieran importarle más a la clase política que al ciudadano común.

Ampliamente derrotado

Los análisis esta vez deberán ser más acertados que en las elecciones pasadas, donde a un mes de que se efectuaran, todas las encuestas daban ganador a quien resultó ampliamente derrotado por quien hoy aspira a reelegirse.

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Deberán evaluar qué es lo que verdaderamente mueve el voto en Colombia, y en nuestros países, si son solo los escándalos y los titulares de prensa bastan para tomar una decisión tan importante como quién dirigirá al país en los próximos años.

Sin duda vivimos tiempos complejos en nuestro continente. Muchos de nuestros vecinos tienen buenos indicadores económicos e índices de calidad de vida que bien podríamos envidiar. Pero si se ve con más detalle, cabe preguntarse qué tan sólidas son sus instituciones, cuáles son los valores democráticos sobre los cuales se sostienen los gobiernos. ¿Es suficiente la entrega de obras públicas o la popularidad de un gobernante para decir que vivimos en un país democrático? ¿Con qué derecho se golpea a las instituciones por ser popular? ¿Cómo se usa la popularidad como excusa para no respetar las reglas preestablecidas? ¿En qué momento el concepto de democracia se volvió algo utilitario? ¿En qué se está fallando y cómo se retoma el camino correcto?

Todos estamos rezagados en estos temas, unos más que otros. La gravedad del momento amerita un liderazgo responsable capaz de llevar a los ciudadanos al país que merecen, que se imponga la aspiración de todos sobre el deseo de unos pocos.

Armando Briquet / @Armando_Briquet

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