Hoy, lunes 24 de marzo al sentarme a cumplir con mi rigoroso deber de opinar, entra en vigencia, luego de varias prórrogas, el llamado SICAD II, método para la adquisición de divisas extranjera esencialmente el dólar para la compra de productos en el exterior en la búsqueda de satisfacer el mercado nacional.
Como comerciante, como consumidor, como venezolano, como padre de familia deseo que por fin este sistema cambiario funcione aligerando en alguna medida la crisis de abastecimiento y escasez que se vive en el país en estos días.
Lo cierto es que mientras el Gobierno ensaya con Cadivi, Sicad en todas sus versiones, el pueblo de a pie, a ese que va al mercado y cada día encuentra todo más caro, a esa ama de casa que tiene que hacer colas infernales y agotadora, a esos padres de familia que estiran y estiran los churupitos para que les rindan, son los que salen perjudicados con todos estos errores económicos que ha cometido el Gobierno.
En Miraflores no tienen la más mínima consciencia del hambre que se pasa en las barriadas populares venezolanas, ellos que sólo conocen de banquetes diplomáticos y de bacanales a costillas de los petro-dólares, ellos no comprenden que el país no produce y una nación que no se puede mantener alimentariamente está condenada a la hambruna.
La productividad de nuestros campos está en cero. Los pequeños campesinos y los grandes agricultores no pueden trabajar porque, en el caso de los primeros no existe un apoyo real para ellos y en para los segundos el acoso político y económico es bestial.
Todo esto arroja una crisis en la patria de Simón Bolívar; mientras no exista consciencia que debemos sincerar la economía, que la Ley de Precios Justos es un absurdo en medio de un sistema cambiario basado en subasta, mientras no exista la voluntad política del Gobierno a producir más y comprar menos en el exterior, no existirá un final feliz para esta tragedia nacional.
El hambre cunde por todas partes, el alto costo de la vida golpea los estómagos de todos los venezolanos, sobre todo de aquellos menos favorecidos, la escasez embiste en contra de todos los venezolanos, tanto aquellos de los estratos bajos como a los medios e inclusive altos.
Solamente los enchufados son los que no se quejan. Tal vez aquellos afectos al oficialismo que no quieren aceptar la realidad, porque más ciego es aquel que no reflexiona que aquél que está en verdad ciego, son los escasos sectores que no responsabilizan al Estado de lo que acontece, sobre todo, con la comida.
Las mesas de los venezolanos están vacías, carentes de alimentos ¡El socialismo es igual a hambre!
Los venezolanos necesitamos menos palabras y más soluciones; este pueblo desea que ustedes en Miraflores o en las cumbres del poder, ejerzan toda las acciones necesarias para resolver los graves problemas de desequilibrio económico que vive el país, y esto no se alcanza con regulaciones y coacciones sino por el contrario estos sistemas, muy empleados por ustedes, suelen agravar la situación en la cual vivimos.
¡El pueblo tiene hambre y ustedes sólo garantizan más hambre y miseria!
Simone Augello / @simone_augello