Paradojas o ceguera. Cuando los analistas se refieren a los grandes acontecimientos del mundo, reseñados en los últimos tiempos, suelen valorar significativamente el alcance de las redes sociales. Los hechos naturales de Chile o de Japón; o la Primavera Árabe, sirvieron para enaltecer la organización, la espontaneidad y el altísimo poder de comunicación y movilización de esas redes; minimizadas, cuando se trata de actuaciones públicas en Venezuela, iniciadas en aquel espacio llamado "Twitterzuela".
"Twitter no es Venezuela", señalan muchos cuando alguna tendencia se manifiesta en esta red social; bastante parecida a una gran plaza pública, en la que se dirimen desde los más exhaustivos escenarios nacionales, hasta los más íntimos pensamientos de quienes tienen a bien transitar por ese espacio.
En lo que respecta a la vida política nacional y sus implicaciones en la "gente", es mucho lo que se comenta en trinos de 140 caracteres. Pululan incansablemente los políticos con una cuenta en Twitter; y son muy pocos los políticos "twitteros".
Estos últimos interactúan, intercambian, se nutren de una comunidad que muchas veces resulta más activa que los que están dispuestos a apretar una mano, o a recibir un beso en la mejilla. Hace menos de un lustro, Barack Obama revolucionó el modo de hacer política efectiva a través de las redes sociales. En Venezuela, aún el fenómeno está en duda; pues nos resulta muy fácil demeritar los esfuerzos 2.0 que algunos realizan.
El 12 de febrero próximo será una oportunidad para conocer si la interacción, si la capacidad de respuesta, si el intercambio de ideas, si la inversión que algunos han hecho ha tenido sentido. Ese día sabremos si Twitter es Venezuela.
Alfredo Yánez
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