¿Es posible utilizar la química para mejorar las relaciones amorosas? Hay quienes apuestan a que, en un futuro, los medicamentos evitarán muchos divorcios.
Desde hace mucho tiempo, el ser humano ha buscado influir en el amor por medio de conjuros, pociones y amuletos. Ahora que los especialistas entienden mejor muchos los secretos del cerebro, la ciencia podría sustituir las simples creencias para darle más vida a las relaciones amorosas.
«Esto significa usar todo nuestro conocimiento de neurociencia y bioquímica para avanzar en nuestras relaciones amorosas», señala Brian D. Earp, investigador en Ética Práctica de la Universidad de Oxford, quien es pionero en la publicación de artículos científicos sobre el tema.
Al enamorarnos, básicamente los niveles de serotonina bajan y los centros de recompensa del cerebro se llenan de dopamina, neurotransmisor que hace que nuestro cuerpo se sienta bien, relajado. También se activan 12 áreas diferentes del cerebro, las cuales comienzan a segregar sustancias químicas, como la dopamina o la oxitocina, la adrenalina y la vasopresina, que inducen en el individuo la euforia, la pasión y la atracción. Pero eso se termina.
«Sucede que nuestros cerebros no han evolucionado para aguantar las modernas relaciones amorosas monógamas de toda una vida, sino para las comparativamente cortas alianzas concertadas por los progenitores de nuestros antepasados», explica Earp, investigador interdisciplinario con formación en ciencias cognitivas sociales y de psicología experimental.
Según estudios recientes, el enamoramiento tiene fecha de caducidad: solo dura unos cuatro años. Este es el tiempo que nuestro cerebro segrega cantidades enormes de dopamina. Después, esta sustancia es sustituida por la oxitocina, la hormona del apego, y la vasopresina, conocida como «la de la monogamia».
Actualmente, los científicos han comenzado a utilizar un concepto que quizá sea la clave para el amor eterno y pronto podría convertirse en algo cada vez más común: neuromejora del amor. Algunas de las propuestas existentes basadas en esta idea son el uso de antidepresivos y una especie de spray para inhalar la hormona de la oxitocina.
Paul Amato, profesor estadounidense de sociología y demografía además de coautor del libro Alone Together: How Marriage in America is Changing, apunta que el 70% de los matrimonios fracasan y que, desde su perspectiva, estos métodos podrían ser utilizados en aquellos casos en los que hay niños de por medio que puedan recibir un daño potencial. Métodos como estos, comenta, ayudarían a que los padres tuvieran más posibilidades de mejorar su situación matrimonial en beneficio de ellos y sus hijos.
Si «la administración química puede ser más efectiva o exitosa, al menos para ciertas parejas, es algo que vale la pena probar en quienes ya no se sienten enamorados o en aquellos cuyo cerebro ya no produce las mismas sustancias que los hace seguir en una relación», comenta Brian D. Earp.
La utilización de fármacos para mejorar el amor no es una novedad, sin embargo, todavía es un reto.
[Fuente: mexico.cnn.com]