El calabozo de la libertad: «Jugando con candela», por @GustavoAzocarA

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gustavo-azocar-aVenezuela se encuentra, una vez más, en el ojo del huracán. Los medios internacionales dan cuenta de una situación extremadamente difícil en el país como consecuencia de la ola de protestas que se viene llevando a cabo en casi todo el territorio nacional por parte de estudiantes universitarios que salieron a las calles, junto con sectores de la sociedad civil, para reclamarle al gobierno de Nicolás Maduro por sus erradas políticas económicas y políticas.

Como es bien sabido, todo empezó con una protesta cívica, democrática y pacífica que se llevó a cabo en algunas universidades venezolanas, entre ellas la Universidad de Los Andes Táchira, por parte de un grupo de estudiantes que exigían respuestas inmediatas a la inseguridad que se viene presentando dentro de los recintos universitarios, donde se vienen presentando atracos, violaciones, robos a mano armada y todo tipo de fechorías.

Como suele ocurrir desde hace casi 15 años, luego que esta mal llamada revolución bolivariana se instauró en Venezuela, el gobierno no respondió con las medidas adecuadas, como la instrumentación de un Plan de Seguridad Integral para las universidades, sino con gases lacrimógenos y represión por parte de efectivos de la Guardia Nacional y de la policía.

En Táchira, por ejemplo, la errática actuación de la policía dirigida por el gobernador José Gregorio Vielma Mora, exacerbó los ánimos de los estudiantes y los condujo a una protesta frente a la Residencia Oficial de Gobernadores. Vielma se equivocó por segunda vez y ordenó meter preso a un grupo de estudiantes, a quienes hicieron un juicio express, ilegal, violatorio de los derechos humanos y del debido proceso. Y no conforme con eso, los enviaron presos a la Cárcel de Coro, lejos de sus familias y de sus amigos.

Lo que vino después ya es historia: estudiantes de todo el país salieron a las calles a protestar contra las detenciones ilegales ocurridas en Táchira, en Nueva Esparta (donde detuvieron a varias personas por protestar con unas pancartas contra los beisbolistas cubanos que participaban en la Serie del Caribe) y en Anzoátegui. Lo que comenzó como una protesta local, se convirtió en apenas una semana en una gran protesta nacional que ha cobrado mucha fuerza en los últimos días y que amenaza con no parar por lo menos no en el corto plazo.

Los medios de comunicación del mundo entero, que han seguido muy de cerca los acontecimientos, informan que todavía hay 47 estudiantes venezolanos detenidos en diferentes partes de Venezuela y que unas 112 personas fueron dejadas en libertad luego de varios días de fuertes protestas y manifestaciones en todo el país. De nada ha valido que Nicolás Maduro haya ordenado a las cableras que sacaran del aire a canales de noticias que sólo informaban con detalle lo que estaba ocurriendo en el país, tal como ocurrió con el canal NTN24. La información sigue fluyendo fuera del país y en muchos rincones del mundo, la gente sabe que en Venezuela está a punto de estallar una guerra civil.

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Nicolás Maduro pareciera no tener interés en resolver el conflicto que hay en el país. Maduro no quiere darse cuenta que por el camino que va, no va a durar mucho en Miraflores. Maduro se ha dejado embaucar en el camino de la violencia. Maduro cree que metiendo presos varios estudiantes y abriendo juicios sumarios a 100 personas va a controlar la protesta social. El ala radical del oficialismo liderada por Diosdado Cabello y varios militares que se han enriquecido desde las alturas del poder, han convencido a Maduro de que el camino es plomo, represión y cárcel.

No hay que ser adivino para saber cómo va a terminar esta historia. Estamos frente a un gobierno que lo que produce es vergüenza. Sentimos verguenza al ver a policías y funcionarios de la Guardia Nacional arremetiendo contra estudiantes, mientras en las calles de toda Venezuela la delincuencia hace de las suyas. Sentimos vergüenza, indignación, rabia e impotencia, al ver a unos jueces actuar diligentemente para enviar a estudiantes a la cárcel, mientras que Iris Varela anda por toda Venezuela, aplicando su famoso Plan Cayapa, que no es otra cosa que dejar en libertad a delincuentes de alta peligrosidad para que sigan haciendo fiesta asaltando y asesinando a inocentes venezolanos, como Mónica Spear.

La protesta social no terminará aunque metan tras las rejas a mil estudiantes. La protesta social no terminará aunque maten a 100 estudiantes. La crisis que vive Venezuela es demasiado profunda. He sido muy claro en cuanto a cuál debe ser el camino que debemos seguir para salir de esta crisis. No creo en la violencia, pero respeto a quienes promueven la protesta social. Cuando me preguntan en la calle “¿cuál es la salida?”, respondo con una frase del escritor Augusto Roa Bastos: “en un callejón sin salida, la única salida es el callejón”.

San Cristóbal, 15 de febrero de 2014

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