En este país da tanto miedo dormirse como despertar. Todos los días somos sorprendidos con anuncios o hechos que no hacen más que preguntarnos cómo llegamos hasta aquí.
No puede ser que vivamos con una incertidumbre permanente de cuál será el anuncio que mañana nos sorprenda, cambie nuestros planes y nos enrede la vida sin ninguna necesidad. Pasamos 14 años de negligencia, pero estos meses de “nuevo gobierno” prometen terminar el mandado con nosotros en la más triste penuria.
Estamos ante una Venezuela estremecida por anuncios económicos que lejos de responder preguntas generaron muchísimas interrogantes y elevaron el miedo. No se trata de ver el dólar como un elemento oligarca que sólo es de interés para los empresarios y quienes deseen salir del país, es mucho más que eso.
La devaluación disfrazada de un cambio del sistema de adquisición de dólares nos afectará a todos: oficialistas, opositores, independientes, a los que votaron y no votaron… porque todos estamos en el mismo país, no en uno diferente para cada grupo.
Es importante entender que quienes vivan en el país y tengan dólares, sufrirán menos que aquellos que sólo cuentan con bolívares. Las consecuencias de las nuevas medidas económicas no respetarán patria ni moneda nacional y tampoco tendrá piedad con quienes no tienen nada. Ahora todo costará más y la escasez se prolongará como si ya el precio de la comida, los productos y los servicios no estuviesen los suficientemente altos para costearlos.
Los procesos para entrega, pedidos y envíos de mercancía para cualquier tipo de comercio tienen su tiempo y ante panoramas cambiantes, sólo pocos le apostarán a las compras en grandes cantidades, nuevamente por temor. Ese bendito temor que sigue teniendo a la gente madrugando para tratar de obtener el alimento que antes era tan fácil y económico adquirir.
Acostumbrarnos a vivir mal y sin dinero que alcance para tener lo mínimo que necesitamos no puede ser la opción que escojamos por 14 años más. Hay que reclamarle a este gobierno por el daño que nos está haciendo, por los errores que sigue cometiendo y por la falsedad con la que está “gobernando”.
Llama a diálogo, pero no desaprovecha la mínima ocasión para amenazar y hablar contra aquellos que no le sigan el discurso y adversen sus propuestas. Se sigue sin respetar al contrario y esto es grave. Parece jugar al desgaste, a la gestión fallida, al desastre, algo que nos llevará a tener un país sin país.
Aquí la verdadera guerra económica la tienen quienes gobiernan. Están empeñados en quebrar más negocios, asumir el control de producción de todo bien y servicio, arruinar nuestros bolsillos y emprender peleas contra quienes no deben, en lugar de resolver nuestros problemas.
Durante 14 años corrimos directo al abismo, pero desde hace rato saltamos hacia él y sólo pocos lo han notado, a pesar de que la incertidumbre nos rodea diariamente.
@AstridSp79 / Astrid Silvestri