En el primer caso, el gobierno alemán pidió explicaciones por reportes que hablaban de un supuesto seguimiento al celular de la canciller Angela Merkel entre 2002 y 2013 por parte de Washington; en el caso de París y Madrid, el enfado vino por el supuesto espionaje a millones de llamadas de ciudadanos.
Y mientras los países europeos piden explicaciones a Washington por las informaciones reveladas por el analista de inteligencia Edward Snowden filtradas a los medios -algo que hicieron antes países latinoamericanos como Brasil o México-, algunos analistas recuerdan que el espionaje entre países, aunque se trate de aliados, está a la orden del día.
«Los aliados se espían entre sí porque no tienen intereses idénticos», afirma Jeffrey Richelson, autor de The US Intelligence Community (La Comunidad de Inteligencia de EE UU) «Hay muy pocos aliados tan cercanos que no tenga sentido no recabar datos de inteligencia».
Por ejemplo, en algún momento tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Reino Unido decidieron dejar de espiarse mutuamente. Más tarde, Australia, Canadá y Nueva Zelanda se unieron al trato, en un grupo conocido como la «Alianza de los Cinco Ojos». Activistas en Washington
Los analistas consideran errado pensar que sólo EE UU espía a otros países.
En Estados Unidos, aunque el gobierno del presidente Barack Obama ha reconocido que las últimas informaciones afectaron a la relación con algunos aliados, no falta quien le quita hierro al asunto. Así, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Rogers, calificó de «cínicas» las protestas de los países europeos y criticó la idea de quienes ven que su país persigue a alguien «cuando la realidad es que se trata de protección legítima» de los intereses del país, según dijo el domingo en la cadena estadounidense CNN.
Los analistas coinciden en que el espionaje forma parte del arte de gobernar y que este tipo de operaciones secretas se remontan a siglos. De hecho, Washington no se libra de ser sujeto de espionaje y no sólo de las naciones con las que tiene divergencias, como Irán o Cuba.
También los aliados -más o menos cercanos- dedican parte de su inteligencia a saber lo que pasa en Estados Unidos. Eso sí, parece haber un acuerdo de que se trata de algo a menor escala que lo publicado recientemente tras conocerse las filtraciones de Snowden.
BBC Mundo resume lo que se sabe de cuatro aliados que espían a EE UU.
Francia
La semana pasada, tras ver la airada reacción del gobierno francés después de que se publicasen los informes que decían que espías grabaron los datos de 70 millones de llamadas hechas en Francia en un período de 30 días, un exjefe de inteligencia alzó la voz para asegurar que su país también espía a EE UU de la misma manera que Washington lo hace con varios de sus aliados.
«Nosotros también espiamos a EE UU», le dijo al diario Le Figaro Bernard Squarcini, conocido como el «tiburón» del expresidente Nicolás Sarkozy y jefe de los servicios de espionaje franceses hasta hace un año.
«La inteligencia francesa sabe bien que todos los países, sean aliados o no en la lucha contra el terrorismo, se espían unos a otros todo el tiempo», agregó. «Pensaría que nuestros políticos no se molestan en leer los informes que les preparan los servicios de inteligencia».
Squarcini explicó que al igual que Washington espía a París a nivel comercial e industrial, Francia hace lo mismo con Estados Unidos. «Es de interés nacional defender nuestros negocios. Aquí no se engaña a nadie», afirmó.
De hecho, en un cable filtrado por WikiLeaks y hecho público en 2011 por un diario noruego, un directivo alemán aseguraba que Francia es el mayor infractor en lo que a espionaje industrial se refiere y lo ponía a un nivel superior a Rusia y China.
«Francia es el imperio del mal en el robo de tecnología y Alemania lo sabe», dijo Berry Smutny que entonces era directivo de la compañía de satélites alemana OHB Technology, según la filtración.
Rusia
Aunque las historias de espías entre Estados Unidos y Rusia pueden sonar a la Guerra Fría, el espionaje entre ambos países sigue a la orden del día y cada país quiere saber los secretos del otro.
En el caso de Estados Unidos, a Washington le interesa saber qué piensa realmente Moscú sobre Siria o Irán o dónde están los agentes secretos rusos en Occidente, por ejemplo.
En el primer caso, la respuesta la puede obtener un diplomático; en el segundo, sólo un espía, explica el corresponsal de Seguridad de la BBC, Gordon Corera.
En 2010, ambos gobiernos realizaron el mayor intercambio de espías desde la Guerra Fría en un aeropuerto de Viena, Austria, después de que diez personas fueran declaradas culpables en un tribunal de Nueva York de filtrarse en grupos y organizaciones importantes de ese país para enviar datos confidenciales a Rusia.
Los agentes fueron intercambiados por cuatro espías que cumplían condenas en Rusia desde hacía varios años.
«Sería inocente pensar que era en una sola dirección y que Estados Unidos (y Reino Unido) no siguen espiando a Rusia», afirma Corera.
China
Estados Unidos ha mostrado públicamente en los últimos años su preocupación por los ataques informáticos provenientes de China que tienen como objetivo las empresas estadounidenses, principalmente del sector militar y de la investigación tecnológica, y que podrían dañar las relaciones económicas bilaterales.
En mayo pasado, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Chuck Hagel, acusó al gobierno chino y a sus fuerzas militares de espionaje cibernético en una conferencia de seguridad en Singapur frente a militares de ese país.
El exdirector para Asia del Consejo de Seguridad Nacional de EE UU Kenneth Lieberthal le dijo recientemente a la BBC que la cantidad de información robada por China a empresas estadounidenses es «enorme», tanto que «se ha convertido en algo muy preocupante».
«Eso afecta a la competitividad estadounidense, a las ganas de las compañías para invertir en innovación si los resultados van a ser apropiados ilegalmente por otros. También afecta a los trabajos estadounidenses», afirmó Lieberthal, quien además es analista de la Institución Brookings.
Según el corresponsal de la BBC en China, Damian Grammaticas, el asunto se complica por el hecho de que las economías número uno y número dos del mundo están hoy en día muy entrelazadas. «Las compañías estadounidenses quieren vender a China y tener acceso a su mercado, mientras que las chinas quieren invertir en EE UU», explica.
Una China en ascenso está sedienta de tecnologías avanzadas. Pero EE UU le ha advertido que robar su información no le servirá a China para desarrollar una cultura de la innovación propia.
Un informe de este año de una comisión independiente estadounidense, señala que las pérdidas para la economía de ese país por el robo de direcciones IP (protocolos de seguridad) son de unos US$300.000 millones anuales. Se cree que entre el 50 y el 80% de los ataques provienen de China.
Por otra parte, el Pentágono también acusó este año a piratas informáticos chinos de robo de tecnología de contratistas de Defensa.
«Pero lo que de verdad le preocupa a EE UU es el hecho de que el estado chino parece estar detrás de una campaña dirigida a conseguir información técnica o sensible de los negocios privados», afirma Grammaticas.
Israel
Israel y EE UU son aliados cercanos pero ambos intentan tomar una posición ventajosa recolectando información sobre el otro, explica el corresponsal diplomático de la BBC, Jonathan Marcus.
Pero cuando en 1985 se descubrió que el analista civil de la Marina de Estados Unidos Jonathan Pollard era un espía israelí, algo que Tel Aviv tardó en reconocer, lo llevaron a juicio y continúa en prisión cumpliendo cadena perpetua.
Después de eso y por un periodo de tiempo, los lazos de inteligencia en EE.UU. fueron tensos.
Más adelante se revelaron otros casos de vigilancia de Israel a Estados Unidos pero no se identificaron culpables.
Según un reporte de la agencia AP citado por el diario israelí Haaretz, la CIA considera a Israel la amenaza número uno de contrainteligencia en Medio Oriente.
Según esa información, Israel emplea servicios profesionales sofisticados y de espionaje que rivalizan con la capacidad técnica estadounidense y con sus recursos humanos. Y, a diferencia de Irán o Siria, por ejemplo, al ser un aliado de Washington tiene acceso a mayores niveles de gobierno de EE UU en círculos militares y de inteligencia, indica el reporte.
[Fuente: elnacional.com]