Según la enciclopedia Wikipedia, la envidia “es aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas”.
Para la Real Academia Española “es tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee”. Para mí, que soy periodista y no psicólogo ni psiquiatra, es un estado mental personalísimo, enriquecido por el egoísmo y la incapacidad para alcanzar metas.
En mi opinión, la envidia nace en aquellas personas que son egoístas y que solo les importa lo que forma parte de su pequeño mundo; aquellos carentes de habilidades, talentos o capacidad para alcanzar logros y que terminan sucumbiendo a su incapacidad para crecer.
Gente que lejos de hacer lo correcto para aprender y crear condiciones favorables a sus propósitos y crecimiento personal, hacen todo lo contrario, es decir, mienten, manipulan la realidad y la distorsionan a su favor, pero sobre todo, ponen obstáculos en el camino de otros como única vía para poder sobresalir. Están signados por el fracaso.
Lo hemos dicho muchísimas veces en este espacio, cada quien escoge cómo conducirse y qué hacer con su existencia y, aunque en líneas generales la mayoría decide ser buena persona, con toda seguridad también tiene un lado oscuro. Ahora bien, lo malo no es tenerlo, siempre y cuando no perjudique a los demás.
Lo realmente malo es sucumbir a la hipocresía de invocar para sí el patrimonio de la ética y la moralidad, mientras por razones siempre oscuras, se atenta contra otros sin vergüenza y sin escrúpulos. Los envidiosos lo hacen.
Según Robert Green en su libro “Las 48 leyes del poder”, es muy común encontrar tras la simpatía de una sonrisa, el glamour y el encanto, a mentirosos, manipuladores, alcohólicos y ladrones, entre otros personajes. Gente con doble moral y sin vergüenza.
Todos los días nos tropezamos y somos víctimas de aquellos cuya incompetencia y concepción cultural individual está marcada por la envidia y la mentira, donde en muchos casos poco o nada les importa si destruyen la reputación de otros, ni en las consecuencias que sus actos pueden traer al trabajo de los demás. Son personas acomplejadas que tratan de ganar ventajas o multiplicar las que tienen, pasando sobre los demás y sirviéndose a sí mismos sólo por satisfacción personal.
Es gente carente de toda dignidad y de respeto hacia ellos mismos y los demás.
Amigos, creer en nosotros mismos no solo debe ser lo primero, sino lo más importante. Yo no creo que el destino esté escrito, más bien estoy convencido que lo construimos nosotros mismos con nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones.
Crea en usted y sus capacidades y su destino será el que usted quiera si lo lucha con voluntad, compromiso por su causa y una actitud motivada al logro. Es así como suena. Síguenos todos los sábados a las 8 de la mañana por Unión Radio Noticias 93.7 FM, en twitter: @jjferminjr, o escríbenos al [email protected]
J.j Fermín A / @Jjferminjr