Los franceses le metieron mano al mega-alijo de 1.382 kg., de cocaína de alta pureza, el 11 de septiembre. Pero no informaron al gobierno venezolano por la convicción de que debían estar involucrados altos funcionarios en la operación. Precaución comprensible frente a un Estado Delincuente que, en nombre de la defensa de la soberanía internacional, mantiene completamente en la opacidad todo lo relacionado con el tráfico de drogas y niega la colaboración internacional policial. No podían confiar en un régimen que negocia con pranes y no dialoga con la oposición. Que tejió una alianza estrategia con la guerrilla dejando un corolario de narcotráfico.
Ahora resulta que el pocotón (la palabra acaba de ser aceptada como un venezolanismo por la Real Academia de la Lengua) de cocaína, llegado del aeropuerto «Simón Bolívar» de Maiquetía al «Charles D’Gaulle» de París, fue obra de un teniente y dos sargentos de la Guardia Nacional, y unos perros que estaban de vacaciones. No hay ningún narcogeneral mencionado, ningún alto funcionario. Pareciera la operación de unos pobres «mulas» rebuscándose al mejor estilo del chino de Recadi.
A cualquier pendejo que se monte en un avión con una maleta de más de 23 kg., lo clavan sin clemencia con un impuesto. Hasta el agua mineral se la decomisan. A los malandros de cuello rojo que ordenaron montar por lo menos dos camiones con unas cuarenta maletas full de droga en el avión de Air France nadie los identifica. Ni siquiera a los que las montaron directamente en el avión han sido registrados por las cámaras que se supone tiene el aeropuerto de Maiquetía para tal fin.
En medio de semejante sistema de complicidades es posible, como dice @lmesculpi, que hasta «Antonini aclara de nuevo que no tiene que ver con las maletas. La del era una sola y no fue a Europa…»
Se pone a valer el refrán «por las maletas se saca al pasajero», corrijo: «por las maletas se saca la droga»
@fariasjoseluis / José Luis Farias.