El disparado mercado negro de dólares en Venezuela, producto del férreo control cambiario que rige en el país, está llenando los vuelos internacionales de «pasajeros fantasma», personas que compran un boleto para tener derecho a adquirir divisas a precio oficial, pero que finalmente no salen del país.
«Llegamos a tener vuelos con más de 30% de pasajeros no show (ausentes), que compran los boletos para presentarlos y tramitar su cupo de dólares» asignado por el gobierno para viajeros, admitió Humberto Figuera, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas de Venezuela (ALAV).
En Venezuela, la compra de divisas extranjeras sólo se autoriza a través de dos mecanismos oficiales adscritos al Banco Central. Uno de ellos, la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), vende dólares a 6,3 bolívares a sectores específicos, como el de viajeros, autorizando montos de 700, 2.500 y 3.000 dólares en tarjetas de crédito, según el destino.
El segundo, el Sistema Complementario de Administración de Divisas (Sicad), ofrece dólares mediante subastas -a entre 10 y 12 bolívares- que se convocan cada cierto tiempo, en las que también pueden participar viajeros. En ambos casos, es obligatorio presentar el boleto sellado por la aerolínea.
Sin embargo, la cantidad de dólares que vende el Gobierno es insuficiente, por lo que la cotización del billete verde se ha disparado en los últimos meses en el mercado paralelo -en abril se cotizaba al triple del oficial, ahora casi septuplica esa tasa-, y la demanda se mantiene en alza.
«La diferencia abismal entre el dólar oficial y el negro (dólar paralelo) ha hecho que viajar sea un negocio. Se compra el boleto, se muestra a Cadivi y se autoriza la tarjeta de crédito y hay gente que se dedica a llevársela (al extranjero) para ‘rasparla’ (obtener los dólares). No falta el pasajero que vaya con 10, 20 tarjetas», añade Figuera.
«Viajar es una tentación perversa para comprar dólares que puedes después vender siete veces más caros», coincide Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica. La avidez de los venezolanos por obtener dólares ha saturado la venta de boletos en las aerolíneas hasta el punto de que algunas reportan vuelos llenos hasta 2014.
En jerga venezolana, «raspar» la tarjeta es pasarla en puntos de venta de negocios en el extranjero que no piden identificación al portador, al que le entregan dinero en efectivo a cambio de una comisión que ronda 10 por ciento.
«Al que ‘raspa’ (que viaja con las tarjetas), se le da también una comisión. Pero al final siempre se gana, así pagues 20% o 30% de tu cupo Cadivi (en comisiones)» y aunque se acabe perdiendo el dinero del vuelo en bolívares, indica Figuera.
Para las aerolíneas, la venta de vuelos no abordados se ha traducido en «fuertes pérdidas», ya que la mayoría de los pasajeros pide la devolución del billete y, por ley, las aerolíneas en Venezuela no pueden sobrevender los vuelos para cubrir eventuales pasajeros que no viajen.
«Decidimos entonces, en colaboración con Cadivi, que los pasajeros que soliciten la devolución demuestren que el boleto no fue utilizado para tramitar su cupo de dólares. Pero aun así seguimos con vuelos vacíos entre 15% y 20%, pero ya sin pedir devolución», añadió el presidente de la ALAV.
Entre los viajeros venezolanos, son vox populi los comercios en el exterior que pasan la tarjeta sin comprar artículo alguno a cambio de una comisión. Suelen estar identificados con pequeños carteles de «Se pasa cupo Cadivi» que llevan la bandera de Venezuela.
Cadivi ha impuesto distintos mecanismos de control, como limitar los montos a los que quien viaja tiene derecho anualmente para ciertos destinos y obtener informes detallados de los gastos de los viajeros.
«Al regresar tienes que hacer una declaración jurada y guardar las facturas por si te hacen una auditoría. Pero no conozco a nadie que lo hayan auditado», comentó María Fernanda, una venezolana de 30 años que realiza hasta tres viajes al año para agotar su cupo máximo de hasta 3.000 dólares anuales. La joven no quiso dar su apellido para no ser identificada.
Las aerolíneas han empezado a entregar a Cadivi las listas de pasajeros que adquieren vuelos internacionales y no los abordan como una forma de controlar que las solicitudes de dólares para viajar sean legítimas.
«Puedes poner todos los controles que quieras, pero es complicado y no va a servir de nada si no atacan el problema de fondo: reducir o al menos hacer manejable la brecha entre el (dólar) oficial y el paralelo», resume Oliveros, de Econoanalítica.
Los venezolanos esperan que el Gobierno anuncie un tercer mecanismo de entrega de divisas, todavía en estudio del Ejecutivo, para combatir el alza de la cotización en el mercado paralelo.
[Fuente: infobae.com]