Adquirida por Facebook recientemente, en Instagram llevan tiempo trabajando para convertir sus millones de usuarios en millones de dólares en ingresos, la única fórmula para que la comunidad de aficionados a la fotografía puedan continuar usando de forma gratuita esa red social que llena Internet de filtros retro e imágenes con pinta de proceder de una Polaroid de los años 70.
“Capturar y compartir los momentos“, ese es el resumen del objetivo de Instagram que tras dos semanas de continuas reuniones lograron anunciar a través de Kevin Systrom, antiguo CEO de la red social y Emily White, la nueva directora de operaciones nombrada por Facebook tras adquirir Instagram. Ese el eslogan que resume la actividad, el espíritu, la filosofía de la red social, algo que tienen interiorizado sus empleados, que conocen sus usuarios y que debería servir para vender espacios publicitarios a los anunciantes.
Tras gastar 1000 millones de dólares en esta compra, llega el momento de convertirla en beneficio para el comprador, y una de las vías es insertar anuncios en Instagram, algo que comenzará a suceder en el 2014. Pero este no es el reto, el auténtico desafío consiste en conseguirlo sin “molestar” o incomodar la actual experiencia de usuario, que lo que actualmente es satisfactorio y sin intrusiones publicitarias no pierda este encanto. Desde Instagram aclaran que evidentemente desean obtener beneficios a largo plazo pero que no tienen una presión a corto plazo para tener importantes ingresos, lo que suaviza bastante la situación y no constituye una obligación de empezar a colocar banners a mansalva.
Desde su creación en 2010, Instagram ha tratado de atraer a sus usuarios por la agradable experiencia de uso y un diseño simple que permita compartir las fotos hechas (y editadas) con la app. Hablamos de más de 150 millones de usuarios mensuales activos, un número que ha aumentado exponencialmente desde que Facebook comprara la empresa en 2012, cuando Instagram contaba con algo más de 20 millones de usuarios. A este ritmo podría superar sin problemas a Twitter, que con 7 años de antigüedad logró en marzo superar los 200 millones de usuarios.
Cuando Facebook se hizo con Instagram esta empresa contaba con poco más de una treintena de empleados, principalmente enfocados en el producto, sin que tuvieran un plan de negocio específico, sin ofrecer servicio de atención al consumidor, sin realizar una analítica eficaz y con un único empleado dedicado a atender a las empresas que usaban la app. Ahora la plantilla ha aumentado hasta 50 empleados y se está prestando especial atención a todas estas áreas que permanecían inatendidas.
Ahora se trataría de aprovechar ese jugoso público de adolescentes y jóvenes adultos, un nicho de mercado que despierta los deseos de los anunciantes, para ofrecerles mensajes de patrocinadores que supongan una fuente de ingresos con la que Facebook recupere los dólares que le ha costado la transacción. Un mercado de cientos de millones de dólares pero en el que habría que llevar mucho cuidado para no saturar con anuncios al hasta ahora inmaculado público de la aplicación. También estaría pendiente la cuestión de cómo evaluar la eficacia de las campañas publicitarias en Instagram mediante un análisis eficaz, algo que es una exigencia imponderable por parte de anunciantes que se dejarían algún que otro millón de dólares en grandes campañas.
Tampoco hay que desdeñar el rechazo que entre algunos usuarios despierta el mero hecho de que Instagram pertenezca a Facebook, como ya sucedió en diciembre con el contencioso relativo a si las condiciones de uso de la red social permitían que las fotografías de los usuarios pudieran ser utilizadas con fines comerciales.
En cuanto al aspecto que podrían tener los anuncios en Instagram, por el momento se está valorando incluirlos en la sección Explorar, donde se promocionan contenidos populares, así como en el buscador de la aplicación que permite localizar usuarios o imágenes por temas. Los anunciantes estarían interesados en que la aplicación ofreciera la opción de pulsar sobre la imagen y que un enlace lleve a la web del contenido anunciado, algo que por el momento sería complicado porque necesitaría que numerosos sitios webs se actualizaran para permitir dicha función. En Instagram no quieren repetir algunos de los errores que cometió Facebook en sus comienzos de manera que apuestan por tratar de conseguir algo que sea lo más sencillo y amigable posible.
[Fuente: wsj.com]