Esta semana se hizo público que las viviendas en el mercado secundario se están vendiendo entre 500 y 600 mil bolívares cada una.
Ante la falta de papeles de propiedad, la transacción se formalizaría transfiriendo el certificado de derecho a uso de la vivienda.
A muchos venezolanos esperando desde hace años por una vivienda digna, seguramente les indignará, con toda razón, esta noticia. Esta situación denota diversos problemas de la Gran Misión Vivienda Venezuela (Gmvv):
a) La falta de transparencia en la asignación de las viviendas.
Hay casos de gente que ha recibido viviendas sin necesitarlas, por estar enchufados, y lo más lógico después que la han recibido es que terminen vendiéndola a otro, desvirtuando el plan.
b) En muchísimos casos, las viviendas asignadas se encuentran en una zona o región demasiado lejos del sitio de trabajo del beneficiado.
Conocemos de muchos casos en los cuales la persona acepta (¡esto es mejor que nada!), se muda y vive en la vivienda asignada durante unos meses y luego decide regresar a donde estaba antes, ya que los costos de transporte y el tráfico le impiden llegar oportunamente a las empresas donde laboran.
Un buen plan masivo de viviendas debe ser transparente, sin distingo de afiliación política, y debe darle el derecho de propiedad al beneficiario para que pueda disponer de la vivienda en el momento que lo considere oportuno.
La vivienda asignada debe estar cercana al lugar de trabajo del beneficiado. Lejos estamos de esa situación ideal, sobre todo en momentos en los cuales la mayoría de los desarrollos están paralizados o avanzando a paso de morrocoy.
Me preocupa mucho que a estas alturas hay cerca de 100.000 damnificados desde las lluvias de 2010.
El Gobierno prometió construir más de 380 mil viviendas este año y apenas va por cerca de 30 mil.
Julio Borges
@JulioBorges