A nadie le gustan las agujas hipodérmicas. Para muchos pacientes son una razón para evitar las vacunas a menos que sean totalmente necesarias Para el resto son una molestia, aunque el dolor resulte tolerable.
La buena noticia es que pronto podrían desaparecer, sustituidas por este objeto de la fotografía. En lugar de una única aguja utiliza docenas de microagujas de pequeño tamaño que, además, están hechas de azúcar. Esto hace que resulten no sólo indoloras sino muy baratas de fabricar y 100% desechables y reciclables.
Desarrolladas en el King’s College de Londres con ayuda de la fundación Bill y Melinda Gates, las microinyecciones no necesitan siquiera alcanzar el torrente sanguíneo para diseminar la vacuna. Tan sólo introduciendo el virus debilitado en las capas superiores de la piel es suficiente para que el cuerpo comience a desarrollar la respuesta inmune.