Nuevamente las fuerzas que acompañan al Presidente de la República celebran un año más de la intentona golpista fracasada del 4 de febrero; aquel día cuando un grupo de militares violando su juramento y la Constitución Nacional intentaron tumbar al gobierno legalmente constituido, pero hondamente rechazado por el pueblo gracias a todas las medidas económicas anti-populares tomadas. En esta ocasión veremos por vigésima primera vez a los gobernantes del presente hablarnos de loas a la insurrección, a la violencia y al golpismo.
Lo inaudito de todo esto, o por lo menos otro detalle más del mar de increíbles realidades que vivimos en Venezuela, es que los defensores del 4-F son los mismos que llaman golpistas, desestabilizadores y anti-democráticos a quienes nos oponemos a la administración, si es que le podemos llamar así, del actual Gobierno nacional.
Mientras ellos celebran un año más de la asonada militar en contra de la Carta Magna, sus voceros, hoy convertidos en reales gobernantes del país por las convalecencias del Primer Mandatario, acusan como si estuvieran libres de pecados a sus adversarios políticos de atentar contra la Constitución y las leyes.
En Venezuela se refleja la realidad de ese refrán que dice: “cachicamo diciéndole a morrocoy conchuo”… Porque es evidente la desfachatez de los militarotes golpistas del 4-F, y de los civiles que los apoyaron en aquella época, y de quienes se les unieron después para “hacer su agosto” por más de 14 años, al señalar a otros de sus propios pecados perpetrados o adoptados.
Ellos dicen que el 4-F no fue un golpe, fue una rebelión cívico militar, bueno si fue así ¿dónde estaba el pueblo aquella noche del 3 para el 4 de febrero?, me acuerdo de algunos disturbios menores en algunas ciudades pero nada fuera de lo normal en aquellos días convulsionados de principios de los 90; si el 4-F no fue un golpe como dicen sus perpetradores o defensores, entonces lo del 11-A del 2002 tampoco lo fue, porque si aquello con tanquetas entrando a Miraflores, con disparos a diestra y siniestra y muertos en la Casona y en el Palacio Presidencial, entonces lo del 11-A que no tuvo ninguno de estos episodios menos lo fue.
Si los hechos de 1992 fue una rebelión cívico-militar, aunque nada viera lo civil por ninguna parte, entonces lo del 11 de abril fue más cívico que militar porque allí todo el país vio una avalancha de pueblo en la calle pidiendo la salida del presidente Chávez, ¿o es que vendrán con el cuento de que la oposición no es pueblo y que ese derecho es exclusivo de quienes respaldan al Gobierno?
Lo cierto es que el 4 de febrero fue un día de mucha sangre derramada para el país, fue el día en que un puñado de hombres con sed de poder se alzaron contra la Constitución, y no solo eso sino que evidenciaron con los hechos que eran mucho más cobardes de lo que nadie pensaba, porque el jefe de todos aquellos soldados alzados jamás salió de su escondite hasta después de rendido y negociado su apretada situación.
Ana Martínez / @ana_anaco