Lynda Hill, viuda y dedicada a cuidar de su perro, dejó detallado en su testamento el deseo de que tanto su mascota, Henry, como casi 100.000 libras (casi 120.000 euros), fueran destinados a un refugio animal llamado ‘Wood Green’. Al morir su dueña, un veterinario del refugio decidió que lo mejor era sacrificar al animal.
Los vecinos de Lynda Hill conocían muy bien el cariño de la mujer por su perro y acostumbraban a verla pasear por la calle con él. Cuando transcurrieron cinco días sin que nadie viera a la anciana de 85 años, los vecinos se preocuparon y decidieron llamar a la policía. Avisadas ya, las autoridades se desplazaron a la casa y allí encontraron el cuerpo de la señora Hill y a su fiel compañero tumbado en la cama a sus pies.
Los policías avisaron al refugio animal para que recogieran a Henry, y cuando el personal del Wood Green llegó, un veterinario examinó al perro. Henry había pasado cinco días sin comida, agua y medicamentos para tratar una artritis leve que sufría desde hacía unos años, y todo ello hacía que fuera aconsejable sacrificar al perro. Al día siguiente, el refugio ya había sacrificado a Henry.
Al enterarse, los vecinos aseguraron que Lydia “se sentiría devastada” y que «la última vez que Henry visitó al veterinario, tenía artritis leve y problemas de cadera, pero nada que arriesgara su vida”.
La hija de la señora Hill, Anker Claire Mee, de 45 años, comentó al Daily Mail: «Llamé al refugio unos días más tarde para preguntar cómo estaba Henry, sólo para descubrir que ya le habían puesto a dormir. Yo no podía creer que lo hubiesen hecho tan rápido”, también añadía que «nadie quería que Henry sufriese, pero el veterinario no conocía las circunstancias. Debió hacer un par de llamadas para comprobar eso. Porque ningún perro va a parecer sano después de ser encontrado en la situación de Henry”
En referencia a la herencia que su madre dejó al refugio señaló que no le parecía decente que el refugio Wood Green aceptase la herencia, y que en su lugar debería distribuir ese dinero a otras organizaciones benéficas.
Sharon Evans, director de recaudación de fondos de Wood Green, agregó: » La decisión de sacrificar a Henry fue tomada por un veterinario con mucha experiencia, en quien tenemos fe absoluta. Quedó claro en la condición del perro que su bienestar físico y su calidad de vida estaban seriamente comprometidos
Junto con el dinero, Lynda Hill dejó expresado que esperaba que pudiesen encontrar otro dueño cariñoso para Henry. Por esto, un experto legal señaló que no había ninguna carga legal sobre el refugio puesto que el deseo de la señora Hill era solo “una expresión de esperanza”.