El supuesto fin del mundo profetizado por los mayas, precipitará el viernes a algunos crédulos hacia el refugio más cercano, aldea mística en Brasil, montaña «sagrada» en Francia o bunker privado en Estados Unidos, pero muchos otros cuentan celebrar ese fin del mundo más bien en un bar de Hong Kong o de Sídney.
Venta de refugios llave en mano, acopio de provisiones, precio de hoteles en alza vertiginosa, menús especiales de «fin del mundo», visita a lugares «sagrados», etc: lo que es seguro es que el calendario maya ha hecho circular el dinero en todo el mundo.
En México y en los países de América Central en los que se extendió la civilización maya (Belize, Guatemala, Honduras, Salvador), el fin del mundo dopa desde hace meses el sector turístico.
Se organizan conferencias, reconstituciones de ritos, acontecimientos especiales, espectáculos de luz y sonido; los antiguos sitios mayas atraerán multitudes el viernes, haciendo caso omiso de la indignación de los indígenas. En Honduras, incluso el presidente asistirá a una ceremonia.
En Bolivia, una ceremonia religiosa será organizada en la isla del Sol del lago Titicaca. Según la leyenda, allí nacieron los fundadores del imperio inca.
En Brasil, a 250 km de Brasilia, el pueblo de Alto Paraiso, al que se atribuye tener «energía mística», se prepara desde hace años para el último día del mundo, lo que atrae cientos de crédulos o curiosos.
En Serbia, la montaña de forma piramidal Rtanj, a 200 km de Belgrado, tiene una reputación similar que atraerá a no poca gente en ocasión del solsticio de invierno.
En Turquía, se dice que el pueblo de Sirince quedará también al margen del apocalipsis porque es desde allí que la Virgen María subió a los cielos. Resultado: reservas completas para el 21 en todos los hoteles.
En Estados Unidos, son muchos los que se preparan a un cataclismo, de origen humano o natural, con refugios antinucleares o sótanos transformados en bunkers.
En el este de Francia, el fuerte de Schoenenbourg y sus galerías subterráneas permanecerán abiertos excepcionalmente. Y ello pese a que el edificio formaba pare de la Línea Maginot, el sistema de defensa francés que no logró detener la ofensiva alemana durante la Segunda Guerra Mundial.