La decisión de no asistir a la cumbre del Mercosur y la prolongada ausencia de lo que sería su tercera recaída desde que anunció al mundo que estaba enfermo, nos obligan a tratar de entender cómo es el mundo de intereses y grupos que, eventualmente, y Dios quiera que no ocurra, se disputarán la sucesión al interior de la «Revolución». Para el país, lo mejor es que el presidente le haga caso a Lula y designe públicamente quién será su sucesor. Ello ahorraría los conflictos producto de las disputas a lo interno del chavismo. Pero los conflictos sociales producto de la ingobernabilidad creciente en la que estamos cayendo habrá que resolverlos entre toda la sociedad organizada.
Al interior del llamado «proceso» se pueden identificar 8 grupos con capacidad de influir: el entorno familiar del presidente; los comandantes del 4F; los delfines de los hermanos Castro; los militares no comunistas; los militares con expedientes en la DEA; la izquierda borbónica; el grupo de tecnócratas petroleros y por último tenemos el ñangarismo armado; que son los grupos anárquicos en los que pueden identificarse dos cabeza visibles: Freddy Bernal y Juan Barreto.
Voy a tratar de hacer una breve descripción de cada uno de ellos.
El entorno familiar de Chávez tiene a Adán como su principal figura, están muy divididos por problemas de personalidad y del manejo del patrimonio político y económico. Ahí el yerno del presidente, y Ministro de Ciencia y Tecnología, ha ido posicionándose en el gabinete como una especie de «neo yuppi» revolucionario. Las hijas del presidente también han ido tomando algo de fuerza; sin embargo, creo que es el grupo con menor poder de fuego militar y dependen exclusivamente del presidente, con lo cual, si éste llegare a faltar, tienen muy poco que decir para el futuro.
Los Comandantes del 4F a quienes el presidente por nostalgia y solidaridad militar los ha tratado de unificar. Tienen el grave problema de que Reyes Reyes, quien podría asumir mayor liderazgo debido a su prestigio, está tan mal de salud como el presidente. Arias está «más rallado que tabla de carnicero» y Castro Soteldo, menos desgastado ante la opinión pública, al provenir de la aviación pierde capacidad de incidencia, sumado a que no le tienen confianza porque se le acusa de ser parte de la derecha endógena. Es decir, ese grupo podrá ser oído más no tiene voz de mando en los acontecimientos por venir.
Los delfines de los Castro, con Maduro, Jaua, Erika Farías y los muchachos del grupo Francisco de Miranda parecen ser los llamados a tomar el poder. Cuentan quizá con el mayor factor de poder en la «Revolución» que son los cubanos; encargados de manejar la seguridad del jefe del Estado. Se dice que tienen infiltrados los órganos de inteligencia y eventualmente el grupo de militares con expedientes en la DEA podrían apoyarlos, con lo cual pasan a tener poder de fuego real. Además de ello, el nombramiento de Nicolás como vicepresidente es un paso institucional que lo coloca en una posición privilegiada y no en vano sigue siendo canciller, básicamente para manejar la relación con los aliados cubanos, iraníes, chinos y rusos en un primer nivel estratégico y después Brasil, Argentina y los países del Alba en un segundo anillo.
Los militares con expedientes en la DEA, que tienen mucho poder de fuego y mucho que perder si la «Revolución» deja el poder, se están entendiendo, como ya dije, con Maduro y los cubanos. Tienen el problema de que han perdido mucho prestigio en la FANB por diversas razones que prefiero obviar en este artículo.
Los tecnócratas petroleros, con el poder derivado de manejar sin contraloría alguna el ingreso petrolero más grande de la historia de nuestro país, tienden a preferir entenderse con Diosdado y compañía. La mayoría de ellos son anti comunistas porque el exceso de lujos los ha llevado a eso. Su influencia es limitada al momento de decidir qué pasará, son demasiado aburguesados como para ser importantes en una revolución neo comunista.
Los militares no-comunistas tienen a Diosdado a la cabeza, son un grupo formado por participantes de menor graduación en el golpe del 4F. Después de los comandantes, son los preferidos por Chávez. Entre el amor de ellos y el presidente se atravesaron los intereses cubanos. Manejan parte importante del partido, tienen poder de fuego real y eventualmente harán una alianza con la izquierda borbónica de Rangel, Jorge Rodríguez, Aristóbulo y compañía. Los únicos capaces de detenerlos en sus aspiraciones son precisamente los hermanos Castro, pero tengo la impresión que pueden terminar imponiéndose en la lucha por la sucesión, debido a la indignación que genera al interior de las FANB la grosera injerencia cubana, sumado a las posiciones institucionales que ocupan, comenzando por la presidencia de la Asamblea Nacional.
Los ñángaras radicales son incómodos para todo el mundo, hasta ahora se entienden con Diosdado porque él les guarda cierta amistad heredada de los tiempos de Lina Ron y de alguna manera le dan a Cabello la dosis revolucionaria que requiere para no ser acusado de dirigir la derecha endógena. Hacen bulla pero no deciden, son los parias de la revolución, infantiles de izquierda que salvo fusiles y consignas no tienen dinero ni poder de fuego.
La falta de una institucionalidad sólida lleva a que una “eventual sucesión” al interior del proceso se haga sobre la base del poder de fuego y económico que posean los grupos en pugnas. Lo que sí está claro es que aquella famosa frase de Müller Rojas cuando definió al chavismo como un «nido de alacranes», hoy tiene más vigencia que nunca, solo que en lugar de ponzoñas venenosas para atacar y defenderse poseen armas y dinero a borbotones. La película recién comienza y frente a estas disputas se encuentra la otra mitad del país que también tiene cosas que decir y posee un poder social y moral muy grande.
Por: Carlos Valero / @carlosvalero08