Horno de más de 200 años sigue produciendo pan

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Las historias de Asterix y Obélix hablan de unos irreductibles galos. Tal y como pasa en estas aventuras, en la antigua colonia textil de Valls de Torroella, aún queda una familia de irreductibles panaderos. Si hablamos de un horno de pan datado en más de 200 años –aunque no se tiene constancia del origen- y un sistema de hacer pan que no ha cambiado un ápice a la formula de antaño, podríamos estar hablando del museo del pan. Pero no es así, de museo nada de nada. La panadería Lluisara es un comercio en el que se sigue produciendo pan como el de antaño, hecho con el fuego que abrasa la madera de pino y “con una técnica de elaboración totalmente artesanal”, explica Lluís Rosas, que regenta este comercio.

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Estos días de lluvia de otoño, decenas de boletaires que se dirigen a los bosques del Solsonès para buscar los rovellons más escondidos, tienen una parada obligatoria en un recóndito rincón de la antigua colonia de Valls de Torroella. Se trata del horno de pan Lluisara que ofrece un pan totalmente artesanal. La hija de Lluís y Sara, que regentan el comercio, explica que “la gran mayoría de panaderos de hoy en día, excepto algunos totalmente artesanos de algún pueblo, se acercan más a la tendencia de imitar el pan industrial que trabajar el pan de forma artesana”.

Horno muy antiguo
Aunque no hay ningún papel que certifique el año de creación del horno, por la forma se deduce que puede tener más de 200 años. A este horno de leña se le llama de tipo moruno, porque tiene el techo ovalado y está forrado de piedra refractaria, tanto en las paredes como en el suelo. Se trata de un horno de fuego directo que como combustible quema leña de pino, “la más adecuada para este tipo de horno”, explica Lluís Rosas.

El horno tiene una profundidad de cinco metros y medio y llega, de forma habitual, a unas temperaturas de 250 a 300 grados, aunque “los sábados puede superar los 450 grados por la sencilla razón de que se hace hornada doble”, explica la hija del propietario, Anna Rosas. El horno está cubierto tanto por la parte de arriba como por la de abajo con tierra “porque aguanta más el calor”. A pesar de todo, Anna Rosas, explica que el horno sufrió dos remodelaciones, una en el año 1902 y otra en el año 1982, porque se vio afectado por las inundaciones del río Cardener.

“Ecologistas por herencia”
Sara, la mujer de Lluís Rosas, es la persona que atiende a los fieles clientes de la panadería y habla siempre con mucho orgullo de su negocio. “¡Aquí el pan de quilo pesa un quilo!”, exclama. De hecho, la de la familia Rosas es una vida destinada exclusivamente al horno de pan: elaboración durante la noche, venta durante el día.

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En su día el abuelo de la familia se negó a hacer ningún tipo de innovación a la forma de elaborar el pan, cosa que tiempo atrás podía parecer un atraso, pero que en los tiempos que corren se ha convertido en todo un atractivo comercial. "Aquí somos ecologistas por herencia”, reconoce Sara.

[Fuente]

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