¿Quién no conoce la historia del Titanic? A través de la cinta James Cameron, que se estrenó en 1997, basada en el hundimiento de dicho barco en 1912, varias generaciones conocieron un poco más de esta historia; claro, con la dosis de fantasía necesaria para ser un filme taquillero.
En su momento, el Titanic fue la sensación, por lo que mucha gente famosa y rica estaba a bordo de él para el viaje inaugural que los llevaría de Europa a América.
La lista de pasajeros contabilizó más de 2 mil 200, de los cuales sólo sobrevivieron 710.
Dentro de los miles de entusiastas por viajar en esta nave, exististieron algunas personas que "cancelaron" su boleto, de último momento. ¿Las razones? Desde problemas de salud hasta el conocimiento de la premonición referente al accidente.
Ese grupo que no se apareció para abordar el barco después fue conocido como: "Simplemente lo perdí".
¿Quiénes son? Con información de listverse.com y encyclopedia-titanica.org estas son diez personas que decidieron no subirse al Titanic y así sobrevivieron para contar su historia.
1. Milton Hershey. ¿Te suena su apellido? Sí, se trata del creador de la empresa de chocolates de los "besos". Este empresario no sólo es conocido por ser uno de los pioneros de la industria moderna del siglo XX; sino también por sus obras filantrópicas.
El empresario quería ser parte de la tripulación del Titanic y compró un boleto de primera clase, pero nunca abordó el transatlántico. ¿Por qué? Existen dos versiones, una dice que Kitty Hershey, su esposa, estaba enferma en esa época; y otra que dice un empleado le pidió su presencia en otro lugar, por lo que no abordó.
2. Reverendo J. Stuart Holden. El reverendo de la Iglesia de St. Paul de Londres tenía ya todo preparado para abordar el Titanic, para que éste lo llevara a América a un congreso cristiano.
Lamentable o afortunadamente, su esposa se encontraba enferma en esas fechas, así que decidió posponer su viaje para quedarse al lado de ella.
El boleto no utilizó se conserva en el Merseyside Maritime Museum, donde el reverendo escribió: "Who Redeemeth Thy Life from Destruction". (El que rescata su vida de la destrucción). Fue una forma de agradecer el hecho de no haber abordado el barco.
Además de él, otros dos clérigos que también tenían que estar en el Congreso y que también iban a viajar en el Titanic, no pudieron hacerlo por razones personales. Fueron Thomas J. Madden y JS Wardell Stafford.
3. JP Morgan y otros empresarios. El empresario, banquero y coleccionista de arte que conquistó el mundo de las finanzas, dejando un legado de millones de dólares; para 1912, era uno de los hombres más ricos del mundo que tuvo un golpe de mala suerte que se terminó convirtiendo en uno de muy buena suerte.
Resulta que tres líderes industriales, Henry Clay Frick, J. Horace Harding y el ya mencionado JP Morgan querían pagar por la misma suite en el Titanic. Primero la ganó Henry Clay Frick, quien había reservado para él y para su esposa, pero ella sufrió un accidente y fue ingresada a un hospital, lo que obligó al empresario a renunciar a los boletos del Titanic.
Éstos pasaron a JP Morgan, quien los tomó pero que más adelante tuvo que dejar porque su viaje en Europa se tuvo que prolongar.
Los boletos de nuevo quedaron disponibles y J. Horace Harding se los apoderó. Pero el empresario y su esposa buscaban una fecha más temprana para viajar, que al final obtuvieron, por lo que dejaron los del Titanic.
Al final, la suite que ya había sido rechazada varias veces, se la quedó a Joseph Bruce Ismay, presidente y director de la línea White Star Line, a la que pertenecía el Titanic, quien sí logró sobrevivir a la tragedia.
4. Alfred Gwynne Vanderbilt I. Miembro de la rica familia Vanderbilt, empresarios americanos con una fortuna millonaria, conocidos por su filantropía. Alfred era conocido por ser un gran deportista, además de su apellido.
Él había decido abordar el Titanic en su viaje inaugural, junto con su esposa, pero el día 9 de abril, antes de que partiera, cambió de opinión porque alguien de su familia se opuso rotundamente a que subieran al buque porque decía que las cosas podían salir mal por ser el primer viaje. Tal como pasó.
Uno de los empleados de Alfred Gwynne Vanderbilt I, sí se embarcó como pasajero, en la segunda clase, y murió cuando se hundió el Titanic.
El millonario americano se salvó de la muerte en el Titanic, pero su destino lo llevaría a una muerte a bordo también de un barco, cuando abordó el RMS Lusitania con destino a Liverpool, a donde iba a comprar caballos y perros.
Un submarino alemán provocó una explosión que hundió el barco. Él estaba vivo, pero decidió donar su chaleco salvavidas a una mujer que tenía a su hijo en brazos. Varias personas fueron testigos de su buena fe, que al final no lo dejó vivir.
5. David Blair. Había sido nombrado el Segundo Oficial del Titanic, pero antes de zarpar fue relegado de la tripulación. Él tenía en su poder algunas cosas del Titanic que debía pasar a su reemplazo y que no lo hizo.
Blair tenía que entregar a su suplente, Charles Ligtoller, la llave que abría el armario donde se guardaban los binoculares: "instrumento clave para la detección de obstáculos durante la navegación", y no lo hizo.
Blair se dio cuenta que se había quedado con la llave, cuando el Titanic ya había partido, así que nada podía hacer para que éste regresara.
Ante esta falta, los vigías tuvieron que basarse sólo en su vista, por lo que vieron el iceberg ya cuando era demasiado tarde.
A final de cuentas, la llave era una pieza clave que pudo haber evitado el gran desastre. Pero, para David Blair, haber sido delegado del viaje del Titanic, le salvó la vida.
6. Edgar Selwyn. Una estrella del cine y del teatro de la primera mitad del siglo XX, quien dirigió y produjo varias cintas. Es recordado por haber construido el Teatro Selwyn, en Brodway, que ahora es el American Airlines Theather.
Selwyn abordaría el barco más famoso de la historia, pero el novelista Arnold Bennet lo obligó a juntarse con él para que escuchara su última novela cómica, por lo que tuvo que cancelar sus planes de viajar en él. Eso lo salvó.
Sin embargo, con quienes viajaría, el señor y la señora HB Harris, no tuvieron la misma suerte; se cuenta que el señor Harris le dio a su esposa un salvavidas y la subió a un bote, mientras que él murió.
7. James Martin Gray. Reverendo y presidente del Moody Bible Institute, por lo que fue elegido para realizar una ceremonia de graduación para una clase del instituto en América. Al final, decidió partir en otro barco una semana antes de que el Titanic se pusiera en marcha.
8. Norman Craig. Fue un consejero del Rey de Escocia, quien en una especie de "cambio de aires" decidió ser parte del viaje inaugural. Muchos creían que estaba arriba del Titanic, pero no fue así. Craig, sin muchas explicaciones, dijo que "de repente decidió no navegar" sin alguna razón específica, simplemente que no le habían dado ganas.
9. Barón M. Von Bethmann. En 1912, tres amigos: Barón M. Von Bethmann, P. de La Vielestreaux y Maurice Brevard tenían la intención de viajar en el Titanic, pero por negocios tenían que estar en Chicago, antes.
Dos de ellos señalaron que podían esperar a que éste zarpara, pero el Barón no estuvo de acuerdo, así que decidieron echar una moneda al aire para ver si se esperaban o no.
La moneda "dijo" que tenían que partir inmediatamente y así lo hicieron, de no haberlo hecho hubieran muerto.
10. Robert Bacon. Era el Embajador de Estados Unidos en Francia, quien había reservado pasajes para su esposa, para él y su hija. Sin embargo, decidió retrasar el viaje porque quien sería el nuevo embajador, Myron T. Hendrick, estaba también retrasado para que el primero lo recibiera. Al final, la familia Bacon navegó hasta 20 de abril, en el recorrido inaugural del SS Francia.